domingo, 27 de noviembre de 2016





Ya está a la venta en Amazon Europa
Crónicas Cazurras


https://www.amazon.es/dp/849435986X/ref=cm_sw_r_cp_tai_JEWoybQDGVBMD

domingo, 20 de noviembre de 2016

Crónicas Cazurras

Ya está a la venta el libro Crónicas Cazurras, libro en clave de humor que refleja en parte las vivencias de un pueblo de Castilla: La Fuente de San Esteban. También contiene algunas anécdotas de vida en otros lugares.
Se puede pedir en cualquier librería bajo demanda o bien mandando email a:
http://www.vampirodelibros.com/

miércoles, 5 de octubre de 2016

Despistes.

Relato: Uno cortito, de despistes.



                Verán, una aún está fuerte y capaz, como cuando era joven, o eso al menos es lo que creemos, que con un esfuerzo que se haga ya tenemos lumbago o ciática, por no hablar de las tonterías que hacemos, yo no, aún no, no como mi madre, por ejemplo, que andaba loca buscando las gafas de un lado para otro, y cuando le pregunto que qué busca me dice que las gafas, que no sabía a dónde las había puesto, hasta que le dije:
-          Alma de cántaro,  ¿qué es lo que llevas puesto que te hace ver bien?
-          Hay hija, (Dice tocándose las gafas en la cara) que tontería, si es que me tienen loca los nietos, y claro una ya no sabe ni lo que hace.

                O como cuando J.J. sale de casa y le pregunto:
       -¿Llevas los dos móviles? (El del trabajo y el particular)        
       - Si, mira, unoooo y dooos. (Lo dice con guasa, como quien quiere decir que aún no anda perdiendo la cabeza)
                No hace más que llegar al trabajo y me llama angustiado:
-          Oye, no habré soltado ahí el móvil, que con las tonterías tuyas ya me has liado.
-          A ver, deja que mire… pues no, ¿Cuál te falta? ¿El de casa o el del trabajo?
-          El de casa, el de casa, que el del trabajo lo estoy viendo encima de mi mesa y el otro no lo encuentro.
-          ¿Desde qué móvil me llamas entonces?
-          Tu, tu, tu, tu, tu.
                Me colgó sin darme la opción de decirle eso de… alma cándida… que ya estas como mi madre….

                Bueno pues algo parecido me pasó a mí en casa de mi hija, he de decir en mi defensa que tan sólo había ido una docena de veces a la urbanización donde vive ella.
                 Se fueron de viaje y dejaron al cargo de las tres nietas a otra de mis hijas, claro yo como sé que esta no está acostumbrada a cuidar niños… pues me metí también en el encargo de cuidar a las nietas, y allí me instalé una semana.
                Se agotaron los víveres a los cuatro días, decidieron entonces a ir al pueblo cercano a comprar, y me dejaron al cargo de la casa a mi sola, se llevaron a la mayor en el coche, y  las dos peques, que no querían ir se quedaron en la calle jugando con los vecinitos de la urbanización.
-          Mama, cuida de que no se te cierre la puerta, o mejor te dejamos las llaves por si acaso, son estas, no las pierdas, por favor, que no hay más.
                Antes de que arrancasen el coche salí corriendo para recordarles que olvidaban algo, mi hija que no se fiaba de mi me pregunta que si he cogido las llaves, yo le contesto con mucha seguridad que esas cosas no se me olvidan, ella me contesta que me quedo sola en la casa y si me dejo las llaves dentro luego no podemos entrar ninguno.
-          No te preocupes, todo está controlado.
-          Si te pasa algo llama a las chicas que rompan la mosquitera, y te salten por la ventana.
-          Tranquila que aún no he cumplido los sesenta, mira, las llaves, ¿lo veeees?

                Se van, los despido desde la carretera, me dispongo a entrar a casa de nuevo, y meto la llave del portal…… Nada que no da vuelta, la saco, la meto de nuevo…. Nada que no, entrar entra, pero no va ni a derecha ni izquierda. Lo intento una vez, dos, tres, cuarenta, un sol de justicia me estaba haciendo sudar, y yo pensando a ver a quien llamo ahora que baje y me habrá, si no conozco a los vecinos,  y encima hay pocos en el bloque. Después de llamar a unos pocos de timbres baja un joven descalzo a abrirme y me dice:
-          Señora, ¿no habrá cogido usted otras llaves?
-          Pues no, que estas son las únicas llaves que tenemos para abrir. (El joven se cree que ando senil y he cogido otras llaves equivocada)
-          Bueno, pues tenga cuidado no sea que se le cierre la puerta del bloque y no pueda entrar en casa, que nosotros nos vamos a la piscina y no queda nadie en el bloque.
                Lo miro, le agradezco que me haya abierto y espero a que se marche, así me da tiempo para ponerle un cartón a la puerta para que no se me cierre el portal, por si las moscas.               Cuando ya oigo que cierra la puerta de su casa, me dispongo a meter la llave en la puerta de la de mi hija, que vive en el bajo, y la saco, y la meto, nada que no,  me mosqueo yo sola pensando que algo anda mal, yo estaba segura de que eran las llaves y de que la puerta era el bajo izquierda, lo que me mosqueaba era que entrar entraba, pero ni a derecha ni a izquierda, oigan media hora tirando de la puerta, empujando, subiendo, bajando, nada de nada.
                Bueno, pues a buscar a las peques, que a unas malas rompemos la mosquitera, y ellas me abren desde dentro. 
                ¿Creen que es fácil encontrar a los niños en una urbanización grande? ¡Ni a voces los encontraba! Ni mirando por toda la urbanización, ni preguntando a los que se asomaban a las ventanas por si habían visto a los niños, unos te mandaban al parque, otros a la piscina, otros al jardín interior; Por ningún sitio aparecían, oigan, las voces que se oían eran de otros chiquillos, pero de mis dos nietas nada de nada. Alguien dijo que a ver si se habían metido en casa de algún amiguito. ¿Cómo se llaman sus amigos? Pues ni idea oiga, yo solo los conozco por: “Mis amigos”. 
                Después de agotada, acalorada, mosqueada, y todas las “adas” posibles, me rendí. Me dije que me esperaría sentada en el rellano, a la sombra al menos, a que regresasen de comprar y ya veríamos como hacer, al menos tardarían unas horas en volver. En fin, que me resigné a ser yo ahora el motivo de risa y la anécdota para los restos, eso de “Te acuerdas de tu madre que  no habría la puerta y se quedó al sol…. “
                Pues me volví cabizbaja al portal  en busca de sombrita… miro la puerta… no tiene cartón… (Algún idiota ha salido y me ha tirado el cartón, me decía para mis adentros)  Miro por los alrededores y ni se ve cartón en el suelo, miro al portal siguiente y veo el cartón puesto en la puerta.
                Miro arriba al número, miro arriba al portal siguiente, me pongo a pensar, callada me dirijo al portal sin cartón, abro a la primera… meto la llave en la puerta de casa, a la primera abre… cierro tras de mi sin que me vea nadie…  y a disimular.
                ¿Qué pasó? Pues lo que están pensando, que me confundí de portal y me empeciné en que era el otro. Cosas que pasan, pero no vayan a pensar que yo también desvarío ya, no, que vaaaa, es que solo había ido unas doce veces a esa casa y aún no había memorizado la ubicación, y yo por desgracia soy de las que entran al centro comercial y como me den dos vueltas ya no sé dónde está la salida, en eso me parezco a mi pobre padre, que se perdía en el piso nuevo y no encontraba el salón, y eso que no medía más de 75 metros la casa.
                En fin, cosas que pasan.


jueves, 8 de septiembre de 2016


Pez koi, acrílico ¿abstracto?


miércoles, 7 de septiembre de 2016





Mi último cuadro. (Por ahora)
Ciervo, oleo.

jueves, 4 de agosto de 2016

EL ATAÚD.

EL ATAÚD.
Este relato no va de muertos, si no de vivos, que son los que más miedo dan; Por si esperaban una historia macabra, que uno se hace ilusiones y al final se desilusiona por no aparecer el inquilino del ataúd.
Verán, corrían los años 50, más o menos, por La Fuente de San Esteban, donde las jóvenes casaderas o recién casadas, acudían a aprender a coser, o ya cosían para otros, era una manera de ganar unas perras para casa, no daban mucho, pero perra gorda o chica que entraba en casa bienvenida era. En la Sección Femenina, que era una asociación creada para las mujeres amas de casa, o futuras amas de casa, se podía aprender la costura, el corte y confección y los arreglos de los trajes típicos.
Se hacían algunas señoras, a medida, los trajes típicos de Salamanca, el afamado traje CHARRO, con todas las letras, ¡sí señor!, que no sé si será el más bonito de España, pero seguro que es el más costoso de hacer, con tanto abalorio y lentejuela, que si el jubón, que si la esclavina, el mandil, el manteo, el pañuelo de los hombros, las medias caladas, los peleles, etc. etc. Pues eso, que había quien pagaba y había quien se dejaba los ojos en los hermosos bordados; para aquellos años no solía haber instalaciones preparadas para esos menesteres, así es que se hacía en un local a donde las jóvenes, como rutina, acudían a coser.
En este caso la infraestructura se reutilizaba para el negocio inquebrantable de la funeraria, bueno funeraria, funeraria… no sé, aprovechaban el espacio para colocar los ataúdes, alguno que otro amontonado uno encima del otro, y uno de exposición subido en borriquetas, en algún lugar habría que ponerlos, que entonces no se conocían ni los tanatorios, y allí es a donde iban nuestras madres y tías a coser, por ejemplo mi Madre Pepa, y mi tía Fore.
Viendo que no había mucho a donde ir a divertirse algunos jóvenes hacían de las suyas a donde podían, cualquier lugar era bueno, un inciso, nuestros jóvenes de entonces hacían botellones, no como los de ahora, pero sí que compraban una caja de caseras y se reunían alrededor de ella para beber y hartarse de reír, a lo que íbamos, después de reunirse unos pocos a alguno se le iluminó la cebolleta que tenían por cabeza, y pensaron en gastarle una broma a las mozas que estaban a punto de entrar a la costura.
En esas andaban ideando su fechoría, para cuando llegó la hora de entrar las señoritas ya habían montado su gatuperio (embrollo) se quitaron del medio disimuladamente, serios y muy formalitos esperaron a recoger los resultados.
Entran las chicas calladas, como quien entra a misa, es normal, lo de tener ataúdes en el local no era frecuente, y si encima no estaban acostumbradas a ver muchos entierros, pues eso, que ni televisión había para haber visto películas sangrientas de Drácula ni zombis, o sea que no estaba curadas de espanto.
Se sientan, empiezan con sus hilos y cosidos, alguna empieza una conversación tímidamente, cuando se oye un ruido extraño…
¡FRUFRÚ-FRUFRÚ!. (El ruido de la seda o del nailon al rozar)
- ¡Calla que se oye algo!
- ¡Amos anda que se va a oír!
Y el ruido para. Vuelven a tomar confianza y retoman la charla y vuelven a oír un ruido raro… como de rascar y gemir…
¡RAS, RAS, RAS! ¡GRRRR!
-¡Aquí hay alguien!
-¡Pues yo no miro!
-¡Mira tú detrás de las cajas!
-¡Mira tú, que tu padre es guardia civil!
- ¿Y eso qué tiene que ver?
Ahí es cuando se oye un intento de carcajada disimulado, con un gemido largo.
¡JJJJJGRRRR!
Todas se ponen en pie, intentan mirar a ver si hay alguien detrás de las cajas, pero sin moverse del sitio, nada, ni debajo, ni detrás ni delante, ni encima, la intriga estaba servida, ya sólo les queda intentar mirar dentro, pero… ¿quién va a ser la valiente?
-¿Quién anda ahí?
Nadie contesta, tan solo un sonido de rascar madera con las uñas.
¡RAS, RAS, RAS!
-Dios mío ¿habéis oído?
- ¡Sí, ahí hay alguien!
- ¡Mira que si han dejado a alguien dentro y no nos han avisado!
-¡Pues yo no miro!
- ¡Yo tampoco!
Cuando más inquietas estaban, con el corazón palpitando del miedo, con los ojos de par en par mirando para las cajas, un joven muerto de risa les salta por la espalda dando un grito de:
¡GUAAAAAA!
¡AAAHHH!
¡AAAHHH, AAAHHH! ¡AAAHHH, AAAHHH!
¡AAAHHH!

Ni que decir tiene que el susto fue mayúsculo, se dieron la vuelta de repente dejando las cajas a su espalda para ver qué o quién era y sale otro dentro de la caja dando otro ¡GUAAAAAA!
Se dieron de nuevo la vuelta para dirigir la mirada al nuevo sonido, el ataúd que se abrió, ahí alguna ya se desplomó, las piernas les temblaban, la boca seca, los nervios a flor de piel, tardaron un poco en sobreponerse del susto, hasta que reaccionaron y reconocieron las caras de los infractores de la fechoría pasó un buen rato.
Los chicos se quitaron pronto de la vista de las jóvenes, y las dejaron con el susto en el cuerpo. Sí, porque si se quedan…
Ya ven, las anécdotas verídicas que ocurrían en nuestro querido pueblo de La Fuente, con sus gentes llanas y a veces traviesas, y quedan de recordatorio para contar cuando se está lejos de la tierra y la morriña hace mella.

P.D. Gracias a que el chorizo de Salamanca lo hay ya en todas partes, y con un buen cacho de pan, una buena tajada de chorizo culero, y un vaso de vino, se quitan todas las penas. Estoy pensando en comprarme un porrón, como el de mi tío Pompeyo, el hermano  de Teresa la cachurra.



miércoles, 20 de julio de 2016



Óleo, peces Koi.

lunes, 4 de abril de 2016

Breve.

“Como ola impelida por el viento,
alborotada,en torbellino movimiento,
espuma blanquecina y juguetona,
así de sacudida yo me siento
al ver venir a tu persona.
La fragancia, olores
del viento contrapuesto,
avisan en murmullo a las flores,
que en suspiros de acompañamiento
oscurecen sus aromas y colores
al paso de tu hermoso temperamento”.


miércoles, 16 de marzo de 2016

lunes, 18 de enero de 2016

El ratón Federico



El astuto Federico
tiene cola tiene hocico,
la mirada de espía
pata larga y cuerpo chico.

Entra y sale entre los potes
con el queso en los bigotes,
anda a saltos todo el día
escondido y dando botes.

Federico es un moderno,
bebe vino en el invierno,
en verano la sandía,
cata el queso sin gobierno.

Es una lima de acero
royendo de enero a enero,
el queso es su idolatría
y la ropa del ropero.

¡Harta me tiene el gazapo!
Poniendo trampa no atrapo.
Ni con gato se hastía.
¡Como lo pille lo estampo!

Se mete en el gallinero,
se estremece hasta el carnero,
que del miedo escaparía
corneando al ganadero.

Entra en casa del vecino,
se le caga en el comino
que a la matanza echaría
con el pimentón molido.


Luego viene mi vecino,
con la probadura en mano,
toma y prueba, me decía,
lo rica que me ha salido.

A un flautista he contratado,
buenos cuartos he pagado,
dice que no volvería
por dejarlo encantado.

Federico que ha oído
de la flauta su sonido
se ha puesto en romería
sacando el queso y el vino.

Los dos se han emborrachado,
al carnero han sacado
de juerga y correría,
y en sus lomos se han montado.

Con el ruido que han formado
ha salido el ganadero,
pensando que ayudaría
se une al divertimento.

Por si fuera poco evento
el vecino muy contento
saca el jarro de sangría
y la carne que ha embuchado.

¡Harta me tiene el gazapo!
Ya no es uno si no cuatro
que se han puesto en rebeldía,
¡Saco la escoba y lo estampo!

Uno por uno lo atrapo
mientras el vino hace efecto,
aunque gaste más de un día.
¡A los cuatro a tomar viento!