viernes, 28 de noviembre de 2014

Mil besos

Mil besos de amor en la noche oscura,
junto al tenue farol de una esquina,
y escondida tras una cortina
anda la vecina de mirada impura.

Alarmando al amor palpitante
de los jóvenes siete añeros,
que más que novios son compañeros
de un primer amor que comparten.

Descubierta su inocencia de niños
esconden sus tiernos cariños,
antes de que alguna curiosa los alcance.

Asustados encubren su victoria
ruborizados, quedando en la memoria
mil besos de un primer romance.


martes, 15 de julio de 2014

NI CONTIGO NI SIN TI

Me sabes a miel,
mi adorado y dulce tormento,
me sabes a hiel
cuando de ti, me separo un momento.

Te quiero y no te quiero,
amargo y dulce consuelo,
te espero y no te espero
maldita esta vida, maldito este duelo.

Un mar de dudas... inquietas emociones
es este vivir y morir, suplicios,
resquicios de locuras, laberinto de pasiones.

Si te tengo, ya no vivo,
si no te tengo, ya me muero,
mi vida sin ti no concibo,
hoy ya no sé si te quiero o no te quiero.

Es el amor abundante cosecha de agravios,
de ilusiones, de sueños, de tanto...
que a cambio del almíbar de tus labios
hasta mi alma daría en quebranto.

Es, tan dentro de mí, que te siento,
estrella mía, mi sol, mi lucero,
que hasta en mi pelo yo llevo tu aliento,
por que vivir sin ti, ya ni quiero......ni puedo.




jueves, 10 de julio de 2014

A mi Salamanca querida



A mi Salamanca querida,
ciudad de caballeros charros,
de calle empedrada y sombría,
de campos de encinas y toros bravos.

A mi Ciudad Rodrigo añorado
que yergue orgulloso su castillo amurallado,
cuántas veces, cuántas, me habré bañado en tus aguas,
aguas del río Águeda, que sin querer separas
la ciudad, del humilde puente romano.

A La Fuente de San Esteban, pueblo amado,
de gentes sanas y trabajadoras,
campanario de cigüeñas coronado.

¡Cuántas heladas tu plaza ha soportado!
¡Cuántas matanzas en diciembre!
¡Cuántos trenes te han pasado!

Campo charro, campo charro
qué largos y fríos son tus inviernos
qué cortos y ardientes son tus veranos.
Campo charro, campo charro.

¡Cuánta sangre derramada
por valientes caballeros armados!
¡Cuánta batalla andada
por moros y cristianos!

A mi Salamanca querida
tierra de hombres sabios,
que a pluma escribieron la vida
y la dureza de tus campos.

Que cantaron de tus gentes
los amores, desamores y engaños,
que lidiaron con honores
tus hermosos toros bravos.

A mi salamanca querida
nunca olvidaré,
donde pasé parte de mi juventud
y toda mi niñez.

SUSPIROS


En el silencio de la noche se oye
una melodía débil, un suspiro,
quizás un susurro,
quizás un gemido,
que el viento de la noche
arrastra en su silbido,
ecos de tu boca, que en tu lecho,
el aire te roba los quejidos de tu pecho.

lunes, 30 de junio de 2014

Quisiera...

Si en tu corazón, tierno y atrevido,
Me encontrase alojada
No quisiera ver más mundo
Si no a través de tus sentidos,
Que siendo mi alma envenenada
Con el embrujo de tu recuerdo
Condenada soy a vivir en tan envidiable nido.

miércoles, 18 de junio de 2014

Por amor nació la vida.





Estaba caminando por el cosmos, consigo mismo,
deambulando, el señor de la oscuridad,
meditando, pensando siempre en lo mismo,
en lo vacío que estaba, en lo triste, en su soledad.

Y en su llanto reprimido, apagado,
dejó que una lágrima, por su tez, rodara.
Y en su ruego escondido, acongojado,
dejó que un quejido de su alma escapara.

Y el creador, el señor de lo infinito del cielo,
en sus tiernos cariños y eterna sabiduría,
puso los ojos en él, al fondo de su desconsuelo,
se propuso agraciarlo al instante aunque no se lo pidiera.




Permitió en el firmamento, que el señor de la oscuridad
envuelto en soledad y melancolía,
se encontrase por unos minutos, como por casualidad,
con la señora del alba, cuando ésta amanecía.

Y pasó, desde entonces, que hubo noches más largas,
la oscuridad esperaba a su amada durante el invierno,
y el alba, enamorada, adelantó su llegada
en primavera, para salir a su encuentro.

Desde entonces, anocheceres se funden con amaneceres,
rojos pasión, naranjas candentes, rayos de sol en las madrugadas,
el alba enamorada duerme en brazos de atardeceres,
fuego y besos, caricias de luces atenuadas.




Y el mar, sosegado, quiso ser testigo de su boda,
vistió el agua de ufano oleaje, de peineta y encaje.
Por lecho nupcial, tostado trigal y rojo amapola
regaló el danzante valle su mejor paraje.

La brisa, jovial, donó su oscilante melodía,
la alondra, matutina, puso su excelso canto,
el lucero titila en las alturas su gala preferida,
y las nubes, arroparon el casorio con su manto.




Y del fruto de esa unión les nacieron retoños:
El regocijo, la amistad, y el cariño en primavera,
el afecto, el gozo, y las risas en otoño,
así llenaron de cualidades toda la esfera.

El creador, el señor del cielo, viendo estos dones, sonrió,
y en su complacencia, en su infinita sabiduría,
abrió las palmas de sus manos y otro regalo les dio:
Enjambró la tierra de criaturas, de vida y alegría.








viernes, 13 de junio de 2014

Te estaré olvidando




Has de saber, corazón duro,
que ya nada se puede hacer,
nada en ti queda puro,
años surgirán de no volverte a querer.

Has de saber, ingrato inmaduro,
que un mañana despierta en mí ser,
un horizonte nuevo, un futuro,
en el cual no quiero volverte a ver.

Has de saber, corazón sin entrañas,
que ya no te adoro,
que ya no me engañas.

Has de saber, que llorando,
media vida gasté,
mas, la otra media, te estaré olvidando.


Un otoño más



Hay otoños en los cuales
se vive de manera diferente,
hoy, un otoño más,
triste y parco en consuelos,
de colores rojizos y ocres,
digno de ser admirado con ojos de enamorada,
me quedo en casa, a la espera
de que alguna mano cariñosa
me acompañe a verlo con sueños e ilusiones olvidadas,
hoy, únicamente espero el crudo invierno,
lleno de tardes tristes y vagas,
que sólo invitan a dormitar esta moribunda alma.

miércoles, 11 de junio de 2014

¿ QUé PASÓ EN EL CAMPING ?

Empiezo éste relato con la intención de dejar constancia del mismo para que quede en el recuerdo, con ello no quiero apoyar ideas erróneas sobre apariciones ni nada por el estilo, mi intención es simple y llana, solo dejar constancia de que, a veces, la vida nos sorprende con hechos o casualidades, llamémoslo como queramos, que dejan huella en el recuerdo y que sirven, como hoy, para recordar o contar las anécdotas en momentos de melancolía.
El relato que os cuento es verídico, pasó allá por el año 1987, años de penuria económica, y emocional para la familia en cuestión que protagoniza ésta historia.
El padre, Miguel Guzmán, apodado el “sevillano”, novillero en sus tiempos mozos, un joven apuesto de 35 años de edad, alto, rubio, de unos ojos azules bellísimos y cara preciosa, junto a su esposa M. Pilar Sánchez, apodada “Pili de Salamanca” de 28 años de edad, bien parecida, buen cuerpo, estatura alta, de pelo largo hasta la cintura, junto a sus cuatro hijos menores L. Miguel, Alicia, M. Pili y Sara, de entre 9 y 3 años de edad, deciden salir de camping en un intento casi suicida por salir del oscuro mundo que los envolvía, el mundo o llamémosle submundo de la maldita droga que tanto aflige a la juventud. Un mundo fácil para entrar, tiene puertas por todas partes para acceder a ella, se parece si me permitís la expresión a una plaza de toros o un campo de fútbol, tiene entradas grandes para facilitar su incorporación por diversas calles, pero una vez dentro es una trampa mortal, no hay salida, de encontrar la salida hay que luchar cual gladiadores con bestias salvajes, con todo tipo de monstruos invisibles, casi invencibles, digo casi por que los que han salido son pocos, pero lo consiguieron gracias al valor y al coraje de vivir y de cambiar su maldita vida, aunque no salieron ilesos, como es el caso de esta familia.
Él, enganchado a la heroína desde hacía varios años, decide en un intento casi suicida salir de camping, para probar suerte una vez más en su desintoxicación, los primeros y peores cinco días del llamado “mono” o síndrome de abstinencia los quería pasar alejado de sus “colegas”, pensando que estando lejos de toda civilización le sería más fácil desintoxicarse, así es que se llevó lo único que le importaba y que le podría ayudar a dejar aquel maldito mundo, su esposa y sus hijos.

Cargaron el SEAT 131-1430 blanco con las tiendas de camping prestadas y con la comida necesaria para poder pasar un mínimo de cinco días, suficientes para que lo peor de la desintoxicación pasase alejados de toda tentación. Salieron con el mapa en la mano toda la familia a la cual se le añadió un sobrino de corta edad llamado Federico (Fede).
Con la intención de regresar al menos con el mono pasado buscaron un lugar casi inaccesible, el nacimiento de un río llamado Río Verde, tres horas les llevo el llegar por caminos polvorientos montaña arriba, montaña abajo, el camino estaba en tan mal estado que en algunos momentos había que bajarse para que el coche no pegase con los bajos en el suelo, pero al fin consiguieron llegar sudorosos al medio día con todo el calor del verano.
Bajaron los chiquillos alborotando, contentos por ver cómo era el nacimiento del río, salía el agua de debajo del suelo sin dar señales de vida por un lado, y acto seguido una corriente de agua cristalina y fría brotaba milagrosamente, hacía un pequeño pero bellísimo paraje con árboles frondosos y oquedades para poder bañarse, aunque la profundidad no era mucha, apenas para un adulto le llegaría por los muslos, pero para los chiquillos les debió parecer el paraíso.
Al llegar, Pili, al lugar, un escalofrío le recorrió todo el cuerpo, quizá intuía que algo desagradable le pasaría, aunque no sabía exactamente qué sería, sus pensamientos más bien estaban en que tal vez no soportaría su esposo el mono y la dejaría en aquel paraje con los chiquillos sola, como de costumbre, para salir en busca de su dosis habitual, tan difícil de conseguir sin dinero, habría de buscarse la vida como así se le dice al trapicheo de compra y venta de papelinas a cambio de sacar unas rayas, “chinas”, “rocas”, para el consumo.
De hacerlo bien y que no se note el corte o adulterado de la papelina ya tenía asegurada su dosis.
Eso en principio, se le pasó por la cabeza también que si conseguía su dosis se pondría colocado, ciego, para poder regresar al difícil lugar él solo, y si salía con el coche en ese estado de adormecimiento podría provocar un accidente, que sería lo más lógico del mundo, dado que no se es consciente de los actos, aunque ellos digan todo contrario, que es lo que suelen decir.
En esas estaba pensando mientras descargaba el coche junto a su esposo, bajando las tiendas a pleno sol de verano, al medio día, los chiquillos estaban a su alrededor jugando, riendo y ayudando a descargar, aunque en sus pequeñas posibilidades hacían lo que podían.
En principio ninguno de los dos sabían montar una tienda, en su vida no necesitaron hacerlo, así es que al empezar a sacar las lonas y los palos les pareció fácil pero... no encajaba de ninguna manera posible
¡Mierda! ¡No encaja! Por más vueltas que le dan al asunto no dan con la clave, ¿cómo es posible? pero si lo tienen todo, no les falta nada, están las lonas... los palos necesarios... los ganchos... todo, está todo, ¿por qué no encaja?

Después de un buen rato intentando montarla, con los nervios a flor de piel, soltando algún que otro taco y alguna que otra maldición se rinde Miguel dejando a Pili sola en el intento.
Con los niños cansados, importunando con sus juegos, y metiéndole prisa para que termine pronto y poder ponerles la comida, que ya ha pasado la hora de comer, por cierto, en esas estaba sin saber qué hacer, así es que decidió dejarlo en manos del Altísimo, ya que para esas fechas había empezado a poner fe en la lectura de la Biblia, recordó que se puede pedir a Dios en oración cualquier cosa, ni corta ni perezosa obligó a su esposo a bajar la cabeza, se puso a pedir ayuda para resolver aquello que le importunaba y sin decir amén se le dibujo en la mente la pieza clave que les faltaba para sujetar las tiendas.
¡Lo tengo! Gritó con voz fuerte asustando a todos que aún estaban con la cabeza bajada, saco la pieza de las manos de su esposo, la puso como piedra angular o sea sujetando toda la estructura de las barras y en un “pis pas” estaba montada la primera, con las mismas montó la segunda y por fin, a comer.
Nadie dijo nada al respecto en todo el día, ni en días sucesivos, sobre aquel incidente, pero a ninguno le pasó desapercibido el hecho.
Pasaron dos días y parecía que aguantaba bien Miguel el mono, llevaba sus medicinas y su tabaco para no tener que sufrir en demasía y con la familia a su lado nada le faltaba, los días trascurrieron comiendo, jugando, bañándose, descansando siestas, lo típico que se suele hacer en esos casos.
(Por cierto, el afectado Miguel estaba en su mundo; hay una pregunta que siempre he querido saber, ¿por qué se le llama “mono” al síndrome de abstinencia? Si me hubiesen pedido a mí una opinión le pondría “gato”, sí gato, es de lógica, a los gatos les asusta el agua; con la abstinencia los heroinómanos le temen al agua y más si es fría).
En la apacibilidad de la oscura noche se hacía una hoguera grande, aquello parecía, más que una hoguera, una manera de quemar recuerdos, inquietudes, porque no dejaba, Miguel, de echar leña al fuego, como si en cada palo consumido que ardía con fuerza desahogase la necesidad de quemar recuerdos. Era una manera de escape, una necesidad de destruir cosas inservibles, como los troncos secos que se encontraban a lo largo del río, todos eran seleccionados y recogidos, dejando así limpio el paraje de residuos muertos, facilitaban el paso a la nueva vida que renace con ramas verdes y frondosas sujetas al árbol, así era literalmente su gran necesidad, destruir cosas inservibles muertas, quemándolas, dejando paso a una nueva vida que estaba tratando de que apareciese junto a su árbol familiar.
Algo acechaba, en el paraje, la tranquilidad de la familia,
y no eran precisamente los animales sueltos que andaban
de noche, junto a las tiendas, en busca de restos de comida en
las bolsas de la basura, vagaban por aquellos parajes jabalíes y
cerdos negros salvajes que bajaban al río a beber agua y a rebuscar en las basuras, esos eran los únicos vecinos que por tres días se habían divisado en los alrededores, nadie más a su alrededor, ni un alma humana cerca se había divisado, mejor, así la intimidad sería completa, andarían a su aire, sin protocolos y sin horarios establecidos para cada cosa.
Lo que acechaba precisamente era una desgracia, como si algún mal espíritu los obligase a salir de allí corriendo a toda prisa en busca de la civilización, dejando los planes de desintoxicación frustrados.
Al mediodía, cuando habían pasado ya tres días de mono y aún estaba en su pompa el nerviosismo, una de las niñas, la más pequeña llamada Sara, se había fijado en que su madre había guardado pastillas (medicina) dentro de un monedero, que éste a su vez estaba guardado dentro de un bolso debajo de un asiento delantero del coche, que a su vez estaba supuestamente cerrada la puerta con llave, para que el acceso hasta el bolso fuese imposible.
No se sabe ni el por qué ni el cómo estaba el coche abierto, puede que se quedase alguna de tantas veces que se entraba en él para sacar las pastillas que necesitaba Miguel para su mono, el caso es que estaba abierto, aprovechando una de las siestas la chiquilla de tres años de edad entra en el coche con sigilo, como si supiese que si despertaba al resto de la familia la sacarían de su escondite, tomando el bolso con total picardía sacó las medicinas y empezó a comerlas como si de caramelos se tratase, nadie se dio cuenta de lo ocurrido hasta que la chiquilla empezó a toser y a carraspear con la garganta. ¡Dios!
Un sentido de alarma urgente les hizo personarse de un brinco ante la niña. Al percatarse de lo sucedido se sobrecogieron quedándose inmóviles.
¡Lo que les entró por el cuerpo en esos momentos al padre y a la madre!
Fue como si notasen el impacto, en el pecho, de un cartucho en una escopeta de cañones recortados, se miraron ambos con las caras desencajadas, y con signos de buscar una explicación a sus preguntas internas... ¿Por qué?... ¿cómo?... no daban crédito a lo sucedido.
El padre miraba con ojos criminales a todos los presentes en busca del culpable que se dejó el coche abierto, aunque en un recordatorio rápido se le debió de pasar por la cabeza que él también sería culpable de lo ocurrido, ya que, él precisamente, era quien más entraba al coche para sacar la medicina.
Corrieron ambos hacia la pequeña, miraron si tenía pastillas aún en la boca para sacarlas, buscaron y no había ninguna, solo encontraron restos de polvo por las comisuras de sus labios, parecía que no le habrían sabido mal, ya que se las había tragado todas y no le quedaba ninguna en su boquita, ahora lo siguiente fue mirar qué clase de pastillas se comió y la cantidad, ¿cómo saber cuántas faltaban? No recordaban las que se tomó el padre durante su estancia de tres días, no podían hacer una evaluación exacta.
¿Cómo saber de qué clase de pastillas se trataba, si había de varias clases?

La siguiente pregunta que se hicieron fue: ¿Salimos con ella corriendo con el coche dejando todo tirado?
Por supuesto que sí, pero la razón se les dibujó con prontitud en su memoria como se dibuja un rayo cuando una tormenta lo descarga sobre el suelo.
La razón lógica era que estaban a tres horas, como mínimo, del pueblo más cercano, eso si con los nervios no se perdían por el camino tan difícil y si no rompían el cárter del coche con los nervios y con las prisas.
Tres horas serían lo mínimo para encontrar ayuda, demasiadas horas en caso de intoxicación.
De todas maneras mientras salían de la incertidumbre, que duró segundos, pero que les parecieron horas, metió el padre los dedos en la garganta de la chiquilla, en un intento por hacerla vomitar, mientras, corría con ella en brazos hacia el río para poder lavar su boquita, el resto de los niños paralizados por el miedo no se movieron de su sitio, estaban en pie viendo todos los movimientos y palabras que los adultos hacían.
Abajo, en el río, el padre desesperado, sin pensarlo dos veces, decidió hacer algo parecido a una oración al Altísimo, recordando que si lo de la tienda de camping se solucionó, con más razón esto más grave, él con su ignorancia en asuntos espirituales se dirigió con la cabeza agachada en oración a Dios, todos sin pensarlo bajaron las cabezas, escuchando las súplicas de un padre hacia un Ser Poderoso al que nunca había visto en su vida, pero que sabía que existía por su crianza cristiana, y sus enseñanzas de la Biblia, que recientemente había adquirido mediante escuchar la predicación de personas que llevan el mensaje de puerta en puerta.
Sin terminar de rogar al Altísimo, y sin poder decir amén, se oyó de pronto a alguien hablar por encima de sus cabezas. ¿De dónde salía aquella voz?... ¿qué decía?...
Todos asustados dirigieron sus ojos hacia la voz que se encontraba en lo alto de un montículo, encima del cauce del río en el que se encontraba la familia, miraron sin articular palabra hacia donde creían que salía el sonido de la palabra misteriosa, en espera de que la voz se pronunciase de nuevo, y la voz no se hizo de esperar:
---- ¡Hola!... ¿Tienen ustedes tabaco?
Me he puesto a buscar hoy a algún ser humano con la intención de que me dé un cigarro, estamos acampados lejos de aquí, mi familia y yo, intentamos dejar de fumar y ya no podemos resistir más sin un cigarro, hemos visto durante la noche las llamas de un fuego y hemos pensado que habría alguien por estos inhóspitos parajes.
¿Tienen ustedes tabaco?


Miguel con el alma rota por el susto, arrancó a llorar, sus lágrimas corrían por las mejillas contagiando al resto en el llanto, a duras penas pudo decir con dificultad:

--- ¡Sí, tengo tabaco, se lo regalo todo, lléveselo!

El personaje, que aún no se había presentado, y en vista de la actitud que divisaba desde lo alto preguntó que qué era lo que ocurría, el espectáculo que vislumbraba era algo fuera de lo normal, sus ojos encima del montículo podían apreciar a un padre con una niña en brazos... con los dedos metidos en la boca de la chiquilla... con la cabeza baja, hablando entrecortado... a una mujer agarrándole las piernas de la chiquilla para que se estuviese quieta... también con la cabeza cabizbaja... a su lado unos pequeños esperando los acontecimientos sin moverse por un rato y mirando al suelo... ¿qué ocurría allí?
En pocas y entrecortadas palabras se le contó lo sucedido rápidamente al personaje, en pocos minutos se inundó el cauce del río de una paz especial y un sosiego inusual dadas las circunstancias, en pocos segundos se les llenó el ambiente de serenidad, dejando que respirasen con tranquilidad y confiabilidad.

El personaje en cuestión dijo ser un farmacéutico de la comarca en la que se encontraban y que aprovechado el puente de las vacaciones había decidido dejar de fumar, para ello salió también de camping con su familia, lejos de cualquier pueblo para no sucumbir a la tentación de comprar el adictivo tabaco que le estaba robando salud por causa de su asma.
Lo había intentado en varias ocasiones, el farmacéutico, sin éxito, y pensó en adentrarse en aquél inhóspito paraje y que así mataría dos pájaros de un tiro: descansaría y conseguiría dejarlo.
Por el color de los residuos que aún quedaban en la ropita de la niña y por las cajas de pastillas mostradas al farmacéutico no tardó en dictaminar de qué medicina se trataba y cuáles serían los síntomas, si se presentaba, lo cual dudaba, todo lo más que ocurriese sería que estuviese adormilada, la chiquilla, el resto de la tarde, les aconsejó que le diesen leche, mucha leche, así contrarrestarían los posibles efectos de la medicina.
No les quedaba leche fresca, ni una gota, con cinco chiquillos después de varios días, imposible que quedase leche.
El farmacéutico con una gran sonrisa picaresca en la cara les dijo:
“Les cambio la leche por el tabaco”.
Aceptaron sin dilación y con el semblante aún encogido, pero esforzándose por sonreír, no sin agradecerle antes unas mil veces su acto de aparición en tal crítico momento.

Queda por preguntar:
¿Quién era aquella persona que llegó en tal crítico momento?
Para llegar hasta el lugar donde estaba la familia de Miguel tuvo que recorrer un largo camino.
¿Qué lo impulsó a salir con tanta antelación dando lugar a llegar en el momento crítico y fatídico?
¿Quién sabe?

Así se hizo, se le dio el tabaco y se mandó al mayor de los niños que le acompañase hasta su caravana, para recoger de vuelta la leche que les ofreció, se despidió el personaje diciéndoles que no se preocupasen que todo estaba ya controlado y resuelto.
Le creyeron a pies juntillas, y tenía razón.

De regreso al hogar, aún en el coche, Miguel confesó que mientras oraba al Altísimo, por su hija, en voz alta, pidió para sus adentros que si le respondía a su oración de manera instantánea dejaría la mala vida a cambio de la salud de su hijita.

Así fue, poco a poco dejo la adición a la heroína, vivió siete años felices junto a su familia, hasta que la muerte le sobrevino un invierno, en enero del 94, a consecuencia de la infección del virus del V.I.H.




La familia.................................
...................................................bien gracias a Dios.

domingo, 8 de junio de 2014

LA LOLA

LA LOLA

Tengo una vecina, muy fina y muy pochola
hola, hola; hola, hola,
mi vecina se llama Lola.

Tiene una casa, de adobe y chiquitina,
ina, ina; ina, ina.
¡Qué graciosa es mi vecina!.

Una suegra y doce hijos muy salaos,
aos, aos; aos, aos,
donde quiera que se mete ¡ay!,¡que caos!.

Un marido tiene, con un largo mostacho
acho, acho; acho, acho,
si yo fuera la Lola le cortaba un buen cacho.

Tiene abuelos, tiene campo y un ciruelo,
elo, elo; elo, elo.
¡Qué ricas las ciruelas, que cultiva su abuelo!

Una vaca tiene, metida en un establo
ablo, ablo; ablo, ablo,
de la leche de la vaca, mejor ya ni te hablo.

Tiene una gata, encerrada en el armario,
ario, ario; ario, ario,
a esta gata, la llaman Sagrario.

Con bata de lunares, se viste a diario,
ario, ario; ario, ario.
¡Qué fea es la bata!. Ozú que calvario.

Por calzado usa todo el año,
año, año; año, año,
unas viejas zapatillas, gastadas y de paño.

Menudilla, mal peina y chiquitina,
ina, ina; ina, ina.
¡Ozú!. ¡Qué graciosa es mi vecina!.


miércoles, 23 de abril de 2014

Fatídico día.

Este comentario lo puse para el barco-hotel de Gibraltar, el Sunborn, donde pedían poner algo vergonzoso que nos haya pasado, yo prefiero tildarlo de "fatídico" así queda más suave:

Mi momento vergonzoso fue un fatídico día que una de mis hijas me hicieron unos encargos, eso de:
- Ya que vas al dentista te pasas por el médico… el banco… la tienda de móviles… que yo no tengo tiempo…

- ¡Hijos! ¡Ya saben! Como si una fuese Superman y lograse hacerlo todo volando. ¡Toda la mañana se me llevó y parte del medio día!
Empecé por ir al centro de salud, que era lo que me quedaba a mano, así todo lo haría por orden… eso pensaba yo, (ilusa…) pero claro la cola hasta llegar al mostrador era larguísima, como siempre, y para colmo llevaba un dolor de muela que no era agradable esperar, cuando me tocó a mí la vez me faltaba un papel de empadronamiento para poder arreglar el asunto, así es que bajé hasta el ayuntamiento que no veáis lo modernos que se han puesto.... Han puesto una máquina automática para sacar los números, eso es lo malo que te pilla desprevenida y te lanza el numerito por la ranura a una velocidad de relámpago ¡Shiunnnn! Y claro termina en el suelo.
Después del número tienes que pulsar qué papel quieres pedir, y pagar el importe, hasta ahí todo bien mientras metes las monedas, que eso es otra, el cambio, pero bueno, más que menos tienes cambio, lo malo es el recibo de las narices que ya lo esperas con las dos manos preparada y ahora te sale volando haciendo el avioncito, ¡ZAS, ZAS, ZAS! Por más manotazos que das al aire tienes que ir a recogerlo al suelo.
En fin, una cosa resuelta, ahora al centro de salud.
De vuelta al centro de salud y cuesta arriba, y rogando que no haya cola...
Pues no, que la cola es doble, y encima el pasillo es estrecho, y para más inri te estornudan en la nuca. ¡Señorrrrrr! ¡Paciencia!
En fin, otra cosa resuelta, ahora a lo del teléfono, y la muela dando la lata….
Una vez terminado el primer encargo voy a por el segundo, la tienda de telefonía móvil.
¡Otra cola! ¡Aguántate!
Ya que me queda una señora nada más respiro aliviada, pero no, esta se entretiene en preguntar todas las características de todos los aparatos posibles, Wifi, 3G, bluetooth, todas las opciones de fusiones y prepagos y contratos, y todos los colores…
¡Y más! Ya que parecía terminar va y dice la buena mujer que a ver si viene su marido y se lo explica a él y que decida cuál quiere, ahí me tienes rogando que el marido no aparezca y mirando de reojo, a ver si me puedo adelantar y terminar con lo mío. Menos mal que el marido no apareció y yo acabé pronto.
¡Otra cosa hecha!
Me faltaba el banco, y me caía de paso, menos mal.
¡Oigan, en mi vida he visto un banco igual! Lo primero es que la puerta estaba cerrada, lo que me faltaba, mal empezamos –me dije yo-
Me puse a llamar a golpecitos en el cristal, para que abran desde dentro, que no abría la puerta, ni empujando… ni tirando… ni corredera… atrás, adelante, a ver si el sensor… ¡Nada! Acabé dando voces a los de adentro para que me abran y los de adentro indicándome que a mi izquierda, a mi izquierda.
Le di la vuelta al edificio y no vi a la izquierda la puerta de entrada, volví a pegar golpecitos al cristal y nada que ni caso, y ahí me tienen dando voces que me abran la puerta, oigan.... ¡Complejo de picapiedra me estaba entrando!
- Señooora, el tiiimbre, de entraaada, a su izquieeerda. (Me dice un gracioso que pasaba por allí)
Era el timbre para entrar, tenía razón, pulsas, esperas y oyes un ¡meeekkkk! ¡Ya está! ¡Abierto! Pues para salir lo mismo. ¡Con lo fácil que es dejar la puerta abierta....!
¡Ya que tenía todos los encargos! ¡Bien! Sólo me faltaba mi dentista.
Por fin una anestesia… se me quita el dolor…me apaña la muela… y para casita. ¡JA! Nada más poner el pie en el rellano de mármol me percaté que le habían dado demasiado brillo. ¿A quién se le ocurre poner cera de brillo al mármol?
Di tal resbalón contra la puerta que esta vez no hizo falta ni llamar al timbre, me abrieron a la primera. Sonó el ¡meekk! que te abre automático…Toca empujar… nada que no, que no va empujando, menos mal que me dio por tirar, ¡efectivamente! Se abre hacia la calle ¡Qué cosas! ¡En fin! Cada cual pone la puerta como guste. Bueno pues me sacó una muela.... Me dejó sin dinero, y con la cara inflada que parecía que me estaba comiendo una naranja entera, siete anestesias... ¡Qué bruto!
Bueno pues recordando pisar con cuidado en el mármol intento salir... La puerta que no abre… me dicen que le dé al botón para salir. ¿Qué botón? ¿Otra vez?
Lo único que hice fue encender todas las luces y apagarlas unas pocas de veces, aquello parecía una feria, hasta que salió una enfermera con mascarilla y le dio a un botón que estaba lejano, y se abrió, por fin, ella se creería que no la vi riéndose pero la mascarilla se le movía de tal forma que le tapaba hasta los ojos, se tronchaba la mujer. En fin....Llegué a mi casa sin dinero, sin fuerzas, sin muela y para acostarme de nuevo. ¡Qué día señor, qué día!

miércoles, 12 de febrero de 2014