martes, 14 de noviembre de 2023

sábado, 11 de noviembre de 2023

YO CREO EN DIOS.


Muchas veces he pensado en la muerte, en el más allá, ese misterio que tanto atemoriza a unos e intriga a otros y, que los (o nos) lleva a averiguar qué es lo que hay detrás, algunos dicen que no hay nada y otros que les da igual.
Yo me pregunto muchas veces, -sabiendo que el cuerpo sí es corrupto, que se funde con la tierra por que tiene materia carnal-, si los sueños siendo de materia espiritual, algo etéreo, se pueden borrar tan fácilmente, si las inquietudes, los proyectos y las ansias de vivir y de amar se quedan en el olvido, entonces ¿qué pasa con los recuerdos...? ¿Y el pensar...?
El futuro añorado, soñado tantas veces, aquél que todos tenemos en mente como lejano, lleno de bienestar y tranquilidad ¿no se realizará...? ¿Y el pasado...? ¿Eso también se va?
Las caricias que hemos regalado con tanto afán, los besos de cariño o de amor que dejamos impregnados en los demás y que nos generan tanta dicha, energías positivas capaces de mover el corazón de los demás ¿eso también se va?
Las cuentas... las letras... el don de dibujar...el construir con las manos... formar un hogar... pasear... pensar... o un simple meditar, ¿eso también se va?
Alguien me dijo una vez que todo lo que sale de nuestro espíritu se volatiliza, como se volatilizan las ondas de radio, que las lanzamos al aire y desaparecen sin más; me niego a pensar que esa energía capaz de hacer que un instrumento sin vida actúe, o que mueva un objeto, se desvanezca con tanta facilidad, cuanto más nuestro yo interno que con una palabra es capaz de hacer reír o hacer llorar, que nos mueve a actuar con una simple mirada y que con el roce de un simple dedo hace que el corazón lata con menor dificultad, me niego a pensar que todo ese espíritu, energía interior, se pierda sin más.
Un tiempo triste se recuerda lejano, el tiempo de los seres queridos que se han ido, algunos dicen que ya nunca, de ningún modo, volverán, no lo creo.
¡Para qué tomarse tanta molestia en fabricar un ordenador, por ejemplo, si no tuviese mayor utilidad que unos míseros segundos! Con mayor razón, pienso yo, el cerebro humano que es capaz de almacenar bibliotecas enteras de saber, de llenar estanterías enteras de recuerdos, y que es capaz de formar y deformar complejos sistemas para amoldarlos a su interés, todo eso ¿para qué? ¿para nada? ¿para vivir apenas 70 u 80 y después desaparece? No lo creo...
Yo creo más bien, sí, creo firmemente en que un mañana mejor nos espera, en un mundo adonde se viva feliz, ese mundo que llevó a historiadores a inmortalizarlo en sus escritos, a los aventureros intrépidos que gastaron sus vidas en buscar en los confines de la tierra incansablemente esa fuente de la vida o de la eterna juventud como Ponce de León; creo en ese “Shangri-Lá” como el del escritor James Milton, o como el de “Un Mundo feliz” de Aldous Huxley; Yo creo, sí, en que la vida no se limita sólo a nosotros y nuestro planeta, ¿a qué si no esa búsqueda interminable de lo desconocido en otros planetas? ¿a qué la espera de que un ser humano o una cara conocida nos dé la respuesta? No soy yo sola la que busca, no.
Yo creo en un creador inteligente, que hizo los cielos para deleite de nosotros, los humanos, criaturas que formó con tanto cariño y tesón y en las que puso tanta confianza, de no ser así ¿para qué crear tanto si nadie lo va a habitar?
Creo, sí, en el que hizo el mar y el enjambre de criaturas vivientes, conocidas y desconocidas, aquellas que tanto dejaron volar la imaginación de los navegantes y de los poetas, seres prodigiosos que inventaron miles de relatos fantásticos, hipérboles de monstruos, fábulas de sirenas que animaron las veladas de familiares y amigos al calor de un hogar o que relataron fantasiosamente en las tabernas, un mundo avivado por el aroma de alguna exquisita cazuela de comida y paladeando un buen trago de licor.
Creo en el ser dadivoso que alfombró los valles de tulipanes, de margaritas, de romero y espliego, azucenas y rosales, explosiones milagrosas de colores que renacen cada primavera y nos invitan a recoger en los pulmones esa dulzura de aromas, dadores de vida que nos hacen sonreír.
Creo en el que le dio sonido a las olas, caracolas en vaivén, espumas alborotadas, encajes de mar encrespada, olor a sal, caricias de algas enredadas jugando a nuestros pies.
Creo en el que dejó correr, montañas abajo, los manantiales cristalinos, fuerza magistral de cataratas, jugos básicos para la vida de todo ser, creo en su delicadeza y gran amor dejando caer el agua en forma de nieve, curanderos de sed.
Creo en el que dio esplendor a la luz del sol dorando la mies, creo en el que dotó de melodías a los pájaros, gorgoritos acompasados, invitando a la continuidad de la especie, creo en el mismo Ser que le dio colores al arco iris, el que le dio néctares y sabores y texturas a las cosas... creo en el amor.
Creo firmemente en Aquél que nos prometió por medio de Juan una vida sin muerte ni sufrimientos, creo en Él, y más cuando nos dio garantía de su fidelidad rubricándola con la sangre preciosa de su mismo hijo, creo en Él cuando le dijo a Tito que no mentía, que sus promesas se cumplen sin falta, no vuelve a Él su palabra sin resultados; creo en Dios, sí, creo en Dios y bajo esas promesas y garantías espero su cumplimiento.
Quiero luchar por ese lejano sueño, lejano y a la vez tan cercano... tan mío... tan real... que incluso puedo palparlo con las manos, puedo sentirlo tan cerca que ni me atrevo a dudar, iré caminando paso a paso, cada vez más convencida porque sé tan certeramente que entraré en él si no me canso, por eso, mis deseos son de invitar a todos aquellos seres a los que les tengo profundo cariño a creer y a acompañarme. Hoy tengo un pie en la puerta y el otro en el umbral de ese paraíso, he sido invitada a participar en tan grandioso proyecto, espero estar a la altura de merecerlo y de aprender a conservarlo.
A veces me pregunto si no soy demasiado egoísta para pensar que sólo creo por lo mucho que me puede dar, a veces me avergüenzo por esperar tal herencia sin merecerlo, a veces medito si mi amor por Él es fidelidad completa... creo en Dios, aunque no sepa con certeza hasta que punto le amo.
Yo creo, cierto que creo, aun así, si no hubiese nada más, ningún mañana esperanzador, ningún paraíso, me bastaría con vivir hoy sabiendo que al menos existe la justicia, me conformo con lo que me dio, un conocimiento pleno, pero yo he creído, sí, creo por que he visto su mano extendida en vestigio de invitación, he sentido su abrazo alentador y franco, he visto su amor. Por eso mismo... creo en Jehová Dios.

martes, 9 de mayo de 2023

jueves, 1 de diciembre de 2022

martes, 22 de marzo de 2022

lunes, 6 de diciembre de 2021

martes, 22 de junio de 2021

jueves, 13 de mayo de 2021

jueves, 5 de noviembre de 2020

miércoles, 18 de marzo de 2020

Homenaje a los que sufren por el SARS covi 19

Mis queridos amig@s que sepáis que estamos aplaudiendo todas las noches por los que trabajan con los enfermos y para los enfermos, y también en especial por los que están padeciendo este virus.
⁃ Aplaudimos por vuestra recuperación
⁃ Aplaudimos para que no flaqueen vuestras fuerzas.
⁃ Aplaudimos para que sepáis que aunque no podamos ver
os os sentimos.
⁃ Aplaudimos para que nos escuchéis.
⁃ Aplaudimos para enviaros esperanza.
⁃ Aplaudimos para deciros que os queremos y esperamos.
Os queremos en las calles, en los parques, en los metros y autobuses, en el cine y teatro, en los restaurantes y terracitas. Os echamos tanto de menos que no nos acostumbramos al gran vacío que se nos queda por no veros. ¡Volved a casa! ¡Os esperamos!

martes, 11 de febrero de 2020

viernes, 24 de enero de 2020

miércoles, 25 de septiembre de 2019


P
rioridades.


                A veces nos arrepentimos de haber tomado una vía en vez de otra, otras veces nos alegramos de haber tomado una decisión acertada para ese momento; no siempre es lo mismo para los demás que para nosotros, ni los caminos de los demás siempre son más acertados.
                Esto me recuerda, si me lo permiten que lo relate con carácter simpático, a una cuestión que sin querer me vi envuelta; contestando airada a una pregunta acerté con la cuestión de la prioridad que le di a mi vida. Déjenme que lo relate:

                Hace unos años me llamaron para que limpiase un apartamento, ya que yo me dedico a la asistencia del hogar, o sea limpiar casas por mi cuenta. En él habitaban de veraneo dos mujeres entradas en años, cuando digo entradas en años hablo de los noventa, arriba o abajo.
                Las señoras en cuestión eran hermanas y solteras, trabajadoras en su juventud en ministerios, huérfanas de militar. ¿Qué por qué doy tantos datos? Se preguntarán. Porque quiero resaltar que eran mujeres a las que la falta de la economía no las había visitado en su vida. Tenían piso en Madrid mirando al parque del Retiro, un apartamento en plena Costa del Sol, mirando a la playa, y del que eran asiduas en sus visitas a dicho apartamento.
Su trato con los vecinos siempre fue amable, y simpático; cuando me propusieron desde la portería el tema de limpieza… yo, francamente, me desviví por atenderlas, claro está, no por el dinero, más bien por el sentido de prioridad que una pone a veces, por aquello de mujeres solas… mayores… amables…etc.
                Bien, llega el día acordado, me presento puntual, con ganas de ayudar, después de las sonrisas de presentación, y de los saludos formales, les pregunto que qué quieren que haga, y que por donde empiezo.
-          Bueno, -me decía la más mayor-, puedes empezar por la terraza, te he preparado un cepillo para que limpies las sillas de la terraza, que son de hierro y pintadas en blanco, ¡mira qué bonitas son!
Me llevan dirección al balcón y caminan una detrás de la otra a paso tortuga, lo normal a esas edades, yo lo entiendo. Me muestran el balcón y las sillas que quieren limpiar, muy bonitas por cierto, de forja blanca, haciendo juego con la mesita, muy ornamentadas, muy pesonas para mi gusto, no para el mío en concreto, más bien pensaba en sus edades y fuerzas. Me da instrucciones para que use un “bañito” (un cubito de plástico) con agua y amoniaco y un cepillo para el trabajo. 
-          ¿…? ¡Era un cepillo de dientes!
A decir verdad me quedé un poco perpleja, pensé que con eso me iba a tirar todo el día, y viendo que aunque la casa no era grande, iba a echar más horas de las que pensaba.
-          ¿No sería mejor usar un cepillo más grande? Les comenté yo, además si quieren limpiar el resto de la casa se nos hará tarde.
-          No tenemos otro, yo lo uso para limpiar por los agujeritos que son pequeños.
-          No se preocupe yo traigo mi propio set de limpieza y creo que tengo uno más grande. De todas formas usaré el suyo para las oquedades pequeñas.
No parecían muy contentas con la solución, pero las dejé pensándolo en el balcón mientras yo me escapaba por un lateral en un descuido, en busca de mis cosas de limpieza.
Ahí es donde me di cuenta de que el trabajo iba a ser más de psicología que de limpieza, lo digo porque no me dejaban andar contándome toda su vida desde que nacieron hasta ahora. Cada vez que intentaba coger agua de la cocina me decían que en la cocina no entrase. ¿…? Yo necesitaba el agua, así es que me dirigía al baño a ver si allí podía cogerla desde la ducha. Ahí estaba el problema… el pasillo era estrecho, las dos mujeres escoltándome caminando a paso de tortuga, hablándome de sus logros y su acaudalada familia. No podía meterles prisa, ni decirles que me interrumpían mi trabajo; ante todo paciencia y cortesía, me decía para mis adentros, pero me reconcomía de los nervios. En ocasiones aprovechaba los descuidos de las dos hermanas para tomar un atajo por la habitación que comunicaba con el balcón, y que me llevaba al baño. Menos mal que se cansaban y se iban a sentarse al sofá a dar una cabezadita. ¡Les duraba poco!
En cuanto abrían los ojos volvían a perseguirme, y a ponerse entre la escoba y el recogedor. Volvían a mencionarme de nuevo sus actitudes para la pintura y la escultura, me llevaban con el ¡mira! ¡mira! a donde tenían una escultura hecha de papel de periódico pintada, y un cuadro que le habían hecho a su difunto padre militar, ¡eso unas diez veces! No había manera de trabajar en condiciones, para cuando me dejaban moverme ya no me acordaba qué estaba haciendo yo, si barriendo o limpiando cristales. Y claro está, en cuanto me localizaban con su lento andar volvían a escoltarme y a ofrecerme un zumito, “lo habían comprado parta mí”, decían mientras me apuntaban a que usase un vaso para tomarlo. ¡Qué lástima llegar a viejo y sólo! Aunque estas señoras eran dos supongo que con los años que ya tenían era como estar solas, no había mucho que contar, habían pasado toda la vida juntas.
Pues eso, que entre despiste y despiste podía adelantar en el trabajo; cuando las veía venir a las dos en fila, y a pasito a pasito, yo intentaba dar la vuelta en círculo por el salón al balcón,   de allí a la habitación y al cuarto de baño, y este a su vez daba al pasillo del salón. Mientras hacían el recorrido me daba tiempo para limpiar algo. Me hablaban de sus cosas desde lejos, y yo asentía con un “aja” desde lejos también, y cuando las veía llegar otra vez les hacía el recorrido, pero esta vez al revés. ¡Pobres! Ahora me dan lastima, pero entiéndanme, es que si no lo hago así aún estoy allí intentando salir del placaje que me hacían con sus charlas y batallitas.
Con tanto paseíto persiguiéndome al final les dio un sueño más largo y ahí las tenía a las dos en los sillones correspondientes roncando a pierna suelta. ¡Ahora sí que pude adelantar bastante!
En un pis pas pude hacerles las camas sin que me levantasen las sabanas tres o cuatro veces para enseñarme sus colchones nuevos, me decían con sonrisita de media mueca: “Nosotras no nos orinamos”. Pude fregar los suelos sin que me los pisoteasen, y limpiarles el baño con lejía sin que me dijesen que olía muy fuerte.
Pero cuando iba a entrar a la cocina… ¡zas!, se despertaron como a quien le suena una alarma de una central nuclear… y enseguida me dijeron que en la cocina no; la verdad es que la cocina era lo peor de la casa, ¡pero si en la cocina no, es que no! De nuevo volvieron a rodearme en el estrecho pasillo de lo que da un apartamento de playa, y volvieron a contarme de su bienestar en la casa de su padre militar, de sus ganancias y su educación, de sus artes para los estudios y sus logros de trabajar en ministerios etc… etc… Cuando les dije que a mí también se me daba bien lo de la pintura y que había escrito algún libro que otro… sacando el móvil pude enseñarles mi web y algunos cuadros que tenía expuestos… las dos se miraron la una a la otra, y sin reparos me preguntaron que por qué me había puesto a servir (servir en el argot de los años 50 querían decir ser una criada, una chacha).
Ahí sí que me vine arriba yo y les dije: “Señora, porque yo desde chiquita me dediqué a montar una familia y no a vivir de mis padres, este trabajo me permite ganar un sueldo dignamente, atender a mi familia numerosa, y a dedicar las horas al mundo laboral que a mí me vengan bien, sin llevarme el trabajo a casa”.
¡ZASCA! ¡Prioridades señoras, prioridades! Cada uno gasta su tiempo y vida en lo que le venga en gana. No les dije eso, por supuesto, pero con ganas me quedé. Claro está que yo no tenía padres con sueldazos ni herencias, ni piso en el retiro de Madrid, ni apartamento de playa, pero si tenía una casa, y un monedero con dinero a diario, y la vida repleta de todo.
¡Jolines! algo no debió de gustar porque no volvieron a llamarme más. Me pagaron y adiós muy buenas. Lástima, porque yo las tenía en estima por aquello de la edad y hacerle bien a los mayores. En fin, cosas que pasan. ¿Saben qué? Al mucho tiempo me enteré del por qué no querían que entrase a la cocina; una de las pocas veces que salieron a comer fuera se les olvidó coger las llaves de casa a las dos, y claro a la vuelta no tenían como entrar. Bajaron de nuevo a la portería y llamaron al portero en su hora de descanso para que buscase a un cerrajero y poder entrar en su casa, pero cuando este les dijo lo que cobraba… se llevaron las manos a la cabeza.
-“¡Qué barbaridad, válgame el señor!
 ¡Que no venga, que con eso ponemos puerta nueva!
Mejor que entre el portero por la casa del vecino y salte de balcón a balcón.
-Yo me decía para mis adentros: (Total, son cuatro pisos de altura, separados por un cristal de vidrio armado que no se cae porque tienen una malla metálica dentro, que si no ya estarían en la calle porque estaban como un puzle, y para más inri el toldo estaba sujeto a la baranda, o sea que si se cae el portero… hay más porteros para reemplazarlo) 
Ahí es donde el portero me contó lo de no entrar a la cocina, parece que guardaban las llaves en las cacerolas y algunas joyas de valor entre los cacharros. Cosas de viejitos.
Con este relato quería dejar constancia de que las prioridades de unos no son las de otros, cada cual pone énfasis en los asuntos que mejor les convenga; ya ven, al final las pobres señoras fallecieron en una residencia después de encontrarlas tiradas en el suelo de su piso de Madrid, por tres días, parece que una se cayó y no podía levantarse, la otra fue a ayudarla y se quedó también tirada en el suelo. El portero al ver que no bajaban a comprar el zumo de las mañanas le extrañó y dio parte a las autoridades. El juez se hizo cargo de las dos ingresándolas en una residencia, sus pertenencias y sus ahorros fueron a parar a ONGs y a la iglesia. No tenían descendencia, no quisieron gastar en su atención personal y se vieron aguantando en una residencia el impedimento de no volver a su casa, por orden del juez, hasta su fallecimiento.
Yo aquí estoy priorizando con mi futuro, si podré entrar a una residencia cuando esté viejita, porque dinero no hay para lo que piden, o meterme en casa de uno de mis hijos a molestarlos, ya veré llegado el momento, ve tú a saber a dónde iremos a parar. 




sábado, 23 de febrero de 2019

miércoles, 13 de febrero de 2019



Abuelo pelando patatas, óleo.

jueves, 5 de julio de 2018

jueves, 26 de abril de 2018

martes, 14 de noviembre de 2017

lunes, 9 de octubre de 2017

miércoles, 21 de junio de 2017

martes, 14 de marzo de 2017

lunes, 6 de febrero de 2017

domingo, 27 de noviembre de 2016





Ya está a la venta en Amazon Europa
Crónicas Cazurras


https://www.amazon.es/dp/849435986X/ref=cm_sw_r_cp_tai_JEWoybQDGVBMD

domingo, 20 de noviembre de 2016

Crónicas Cazurras

Ya está a la venta el libro Crónicas Cazurras, libro en clave de humor que refleja en parte las vivencias de un pueblo de Castilla: La Fuente de San Esteban. También contiene algunas anécdotas de vida en otros lugares.
Se puede pedir en cualquier librería bajo demanda o bien mandando email a:
http://www.vampirodelibros.com/

miércoles, 5 de octubre de 2016

Despistes.

Relato: Uno cortito, de despistes.



                Verán, una aún está fuerte y capaz, como cuando era joven, o eso al menos es lo que creemos, que con un esfuerzo que se haga ya tenemos lumbago o ciática, por no hablar de las tonterías que hacemos, yo no, aún no, no como mi madre, por ejemplo, que andaba loca buscando las gafas de un lado para otro, y cuando le pregunto que qué busca me dice que las gafas, que no sabía a dónde las había puesto, hasta que le dije:
-          Alma de cántaro,  ¿qué es lo que llevas puesto que te hace ver bien?
-          Hay hija, (Dice tocándose las gafas en la cara) que tontería, si es que me tienen loca los nietos, y claro una ya no sabe ni lo que hace.

                O como cuando J.J. sale de casa y le pregunto:
       -¿Llevas los dos móviles? (El del trabajo y el particular)        
       - Si, mira, unoooo y dooos. (Lo dice con guasa, como quien quiere decir que aún no anda perdiendo la cabeza)
                No hace más que llegar al trabajo y me llama angustiado:
-          Oye, no habré soltado ahí el móvil, que con las tonterías tuyas ya me has liado.
-          A ver, deja que mire… pues no, ¿Cuál te falta? ¿El de casa o el del trabajo?
-          El de casa, el de casa, que el del trabajo lo estoy viendo encima de mi mesa y el otro no lo encuentro.
-          ¿Desde qué móvil me llamas entonces?
-          Tu, tu, tu, tu, tu.
                Me colgó sin darme la opción de decirle eso de… alma cándida… que ya estas como mi madre….

                Bueno pues algo parecido me pasó a mí en casa de mi hija, he de decir en mi defensa que tan sólo había ido una docena de veces a la urbanización donde vive ella.
                 Se fueron de viaje y dejaron al cargo de las tres nietas a otra de mis hijas, claro yo como sé que esta no está acostumbrada a cuidar niños… pues me metí también en el encargo de cuidar a las nietas, y allí me instalé una semana.
                Se agotaron los víveres a los cuatro días, decidieron entonces a ir al pueblo cercano a comprar, y me dejaron al cargo de la casa a mi sola, se llevaron a la mayor en el coche, y  las dos peques, que no querían ir se quedaron en la calle jugando con los vecinitos de la urbanización.
-          Mama, cuida de que no se te cierre la puerta, o mejor te dejamos las llaves por si acaso, son estas, no las pierdas, por favor, que no hay más.
                Antes de que arrancasen el coche salí corriendo para recordarles que olvidaban algo, mi hija que no se fiaba de mi me pregunta que si he cogido las llaves, yo le contesto con mucha seguridad que esas cosas no se me olvidan, ella me contesta que me quedo sola en la casa y si me dejo las llaves dentro luego no podemos entrar ninguno.
-          No te preocupes, todo está controlado.
-          Si te pasa algo llama a las chicas que rompan la mosquitera, y te salten por la ventana.
-          Tranquila que aún no he cumplido los sesenta, mira, las llaves, ¿lo veeees?

                Se van, los despido desde la carretera, me dispongo a entrar a casa de nuevo, y meto la llave del portal…… Nada que no da vuelta, la saco, la meto de nuevo…. Nada que no, entrar entra, pero no va ni a derecha ni izquierda. Lo intento una vez, dos, tres, cuarenta, un sol de justicia me estaba haciendo sudar, y yo pensando a ver a quien llamo ahora que baje y me habrá, si no conozco a los vecinos,  y encima hay pocos en el bloque. Después de llamar a unos pocos de timbres baja un joven descalzo a abrirme y me dice:
-          Señora, ¿no habrá cogido usted otras llaves?
-          Pues no, que estas son las únicas llaves que tenemos para abrir. (El joven se cree que ando senil y he cogido otras llaves equivocada)
-          Bueno, pues tenga cuidado no sea que se le cierre la puerta del bloque y no pueda entrar en casa, que nosotros nos vamos a la piscina y no queda nadie en el bloque.
                Lo miro, le agradezco que me haya abierto y espero a que se marche, así me da tiempo para ponerle un cartón a la puerta para que no se me cierre el portal, por si las moscas.               Cuando ya oigo que cierra la puerta de su casa, me dispongo a meter la llave en la puerta de la de mi hija, que vive en el bajo, y la saco, y la meto, nada que no,  me mosqueo yo sola pensando que algo anda mal, yo estaba segura de que eran las llaves y de que la puerta era el bajo izquierda, lo que me mosqueaba era que entrar entraba, pero ni a derecha ni a izquierda, oigan media hora tirando de la puerta, empujando, subiendo, bajando, nada de nada.
                Bueno, pues a buscar a las peques, que a unas malas rompemos la mosquitera, y ellas me abren desde dentro. 
                ¿Creen que es fácil encontrar a los niños en una urbanización grande? ¡Ni a voces los encontraba! Ni mirando por toda la urbanización, ni preguntando a los que se asomaban a las ventanas por si habían visto a los niños, unos te mandaban al parque, otros a la piscina, otros al jardín interior; Por ningún sitio aparecían, oigan, las voces que se oían eran de otros chiquillos, pero de mis dos nietas nada de nada. Alguien dijo que a ver si se habían metido en casa de algún amiguito. ¿Cómo se llaman sus amigos? Pues ni idea oiga, yo solo los conozco por: “Mis amigos”. 
                Después de agotada, acalorada, mosqueada, y todas las “adas” posibles, me rendí. Me dije que me esperaría sentada en el rellano, a la sombra al menos, a que regresasen de comprar y ya veríamos como hacer, al menos tardarían unas horas en volver. En fin, que me resigné a ser yo ahora el motivo de risa y la anécdota para los restos, eso de “Te acuerdas de tu madre que  no habría la puerta y se quedó al sol…. “
                Pues me volví cabizbaja al portal  en busca de sombrita… miro la puerta… no tiene cartón… (Algún idiota ha salido y me ha tirado el cartón, me decía para mis adentros)  Miro por los alrededores y ni se ve cartón en el suelo, miro al portal siguiente y veo el cartón puesto en la puerta.
                Miro arriba al número, miro arriba al portal siguiente, me pongo a pensar, callada me dirijo al portal sin cartón, abro a la primera… meto la llave en la puerta de casa, a la primera abre… cierro tras de mi sin que me vea nadie…  y a disimular.
                ¿Qué pasó? Pues lo que están pensando, que me confundí de portal y me empeciné en que era el otro. Cosas que pasan, pero no vayan a pensar que yo también desvarío ya, no, que vaaaa, es que solo había ido unas doce veces a esa casa y aún no había memorizado la ubicación, y yo por desgracia soy de las que entran al centro comercial y como me den dos vueltas ya no sé dónde está la salida, en eso me parezco a mi pobre padre, que se perdía en el piso nuevo y no encontraba el salón, y eso que no medía más de 75 metros la casa.
                En fin, cosas que pasan.


jueves, 8 de septiembre de 2016


Pez koi, acrílico ¿abstracto?


miércoles, 7 de septiembre de 2016





Mi último cuadro. (Por ahora)
Ciervo, oleo.

jueves, 4 de agosto de 2016

EL ATAÚD.

EL ATAÚD.
Este relato no va de muertos, si no de vivos, que son los que más miedo dan; Por si esperaban una historia macabra, que uno se hace ilusiones y al final se desilusiona por no aparecer el inquilino del ataúd.
Verán, corrían los años 50, más o menos, por La Fuente de San Esteban, donde las jóvenes casaderas o recién casadas, acudían a aprender a coser, o ya cosían para otros, era una manera de ganar unas perras para casa, no daban mucho, pero perra gorda o chica que entraba en casa bienvenida era. En la Sección Femenina, que era una asociación creada para las mujeres amas de casa, o futuras amas de casa, se podía aprender la costura, el corte y confección y los arreglos de los trajes típicos.
Se hacían algunas señoras, a medida, los trajes típicos de Salamanca, el afamado traje CHARRO, con todas las letras, ¡sí señor!, que no sé si será el más bonito de España, pero seguro que es el más costoso de hacer, con tanto abalorio y lentejuela, que si el jubón, que si la esclavina, el mandil, el manteo, el pañuelo de los hombros, las medias caladas, los peleles, etc. etc. Pues eso, que había quien pagaba y había quien se dejaba los ojos en los hermosos bordados; para aquellos años no solía haber instalaciones preparadas para esos menesteres, así es que se hacía en un local a donde las jóvenes, como rutina, acudían a coser.
En este caso la infraestructura se reutilizaba para el negocio inquebrantable de la funeraria, bueno funeraria, funeraria… no sé, aprovechaban el espacio para colocar los ataúdes, alguno que otro amontonado uno encima del otro, y uno de exposición subido en borriquetas, en algún lugar habría que ponerlos, que entonces no se conocían ni los tanatorios, y allí es a donde iban nuestras madres y tías a coser, por ejemplo mi Madre Pepa, y mi tía Fore.
Viendo que no había mucho a donde ir a divertirse algunos jóvenes hacían de las suyas a donde podían, cualquier lugar era bueno, un inciso, nuestros jóvenes de entonces hacían botellones, no como los de ahora, pero sí que compraban una caja de caseras y se reunían alrededor de ella para beber y hartarse de reír, a lo que íbamos, después de reunirse unos pocos a alguno se le iluminó la cebolleta que tenían por cabeza, y pensaron en gastarle una broma a las mozas que estaban a punto de entrar a la costura.
En esas andaban ideando su fechoría, para cuando llegó la hora de entrar las señoritas ya habían montado su gatuperio (embrollo) se quitaron del medio disimuladamente, serios y muy formalitos esperaron a recoger los resultados.
Entran las chicas calladas, como quien entra a misa, es normal, lo de tener ataúdes en el local no era frecuente, y si encima no estaban acostumbradas a ver muchos entierros, pues eso, que ni televisión había para haber visto películas sangrientas de Drácula ni zombis, o sea que no estaba curadas de espanto.
Se sientan, empiezan con sus hilos y cosidos, alguna empieza una conversación tímidamente, cuando se oye un ruido extraño…
¡FRUFRÚ-FRUFRÚ!. (El ruido de la seda o del nailon al rozar)
- ¡Calla que se oye algo!
- ¡Amos anda que se va a oír!
Y el ruido para. Vuelven a tomar confianza y retoman la charla y vuelven a oír un ruido raro… como de rascar y gemir…
¡RAS, RAS, RAS! ¡GRRRR!
-¡Aquí hay alguien!
-¡Pues yo no miro!
-¡Mira tú detrás de las cajas!
-¡Mira tú, que tu padre es guardia civil!
- ¿Y eso qué tiene que ver?
Ahí es cuando se oye un intento de carcajada disimulado, con un gemido largo.
¡JJJJJGRRRR!
Todas se ponen en pie, intentan mirar a ver si hay alguien detrás de las cajas, pero sin moverse del sitio, nada, ni debajo, ni detrás ni delante, ni encima, la intriga estaba servida, ya sólo les queda intentar mirar dentro, pero… ¿quién va a ser la valiente?
-¿Quién anda ahí?
Nadie contesta, tan solo un sonido de rascar madera con las uñas.
¡RAS, RAS, RAS!
-Dios mío ¿habéis oído?
- ¡Sí, ahí hay alguien!
- ¡Mira que si han dejado a alguien dentro y no nos han avisado!
-¡Pues yo no miro!
- ¡Yo tampoco!
Cuando más inquietas estaban, con el corazón palpitando del miedo, con los ojos de par en par mirando para las cajas, un joven muerto de risa les salta por la espalda dando un grito de:
¡GUAAAAAA!
¡AAAHHH!
¡AAAHHH, AAAHHH! ¡AAAHHH, AAAHHH!
¡AAAHHH!

Ni que decir tiene que el susto fue mayúsculo, se dieron la vuelta de repente dejando las cajas a su espalda para ver qué o quién era y sale otro dentro de la caja dando otro ¡GUAAAAAA!
Se dieron de nuevo la vuelta para dirigir la mirada al nuevo sonido, el ataúd que se abrió, ahí alguna ya se desplomó, las piernas les temblaban, la boca seca, los nervios a flor de piel, tardaron un poco en sobreponerse del susto, hasta que reaccionaron y reconocieron las caras de los infractores de la fechoría pasó un buen rato.
Los chicos se quitaron pronto de la vista de las jóvenes, y las dejaron con el susto en el cuerpo. Sí, porque si se quedan…
Ya ven, las anécdotas verídicas que ocurrían en nuestro querido pueblo de La Fuente, con sus gentes llanas y a veces traviesas, y quedan de recordatorio para contar cuando se está lejos de la tierra y la morriña hace mella.

P.D. Gracias a que el chorizo de Salamanca lo hay ya en todas partes, y con un buen cacho de pan, una buena tajada de chorizo culero, y un vaso de vino, se quitan todas las penas. Estoy pensando en comprarme un porrón, como el de mi tío Pompeyo, el hermano  de Teresa la cachurra.



miércoles, 20 de julio de 2016



Óleo, peces Koi.

lunes, 4 de abril de 2016

Breve.

“Como ola impelida por el viento,
alborotada,en torbellino movimiento,
espuma blanquecina y juguetona,
así de sacudida yo me siento
al ver venir a tu persona.
La fragancia, olores
del viento contrapuesto,
avisan en murmullo a las flores,
que en suspiros de acompañamiento
oscurecen sus aromas y colores
al paso de tu hermoso temperamento”.


miércoles, 16 de marzo de 2016

lunes, 18 de enero de 2016

El ratón Federico



El astuto Federico
tiene cola tiene hocico,
la mirada de espía
pata larga y cuerpo chico.

Entra y sale entre los potes
con el queso en los bigotes,
anda a saltos todo el día
escondido y dando botes.

Federico es un moderno,
bebe vino en el invierno,
en verano la sandía,
cata el queso sin gobierno.

Es una lima de acero
royendo de enero a enero,
el queso es su idolatría
y la ropa del ropero.

¡Harta me tiene el gazapo!
Poniendo trampa no atrapo.
Ni con gato se hastía.
¡Como lo pille lo estampo!

Se mete en el gallinero,
se estremece hasta el carnero,
que del miedo escaparía
corneando al ganadero.

Entra en casa del vecino,
se le caga en el comino
que a la matanza echaría
con el pimentón molido.


Luego viene mi vecino,
con la probadura en mano,
toma y prueba, me decía,
lo rica que me ha salido.

A un flautista he contratado,
buenos cuartos he pagado,
dice que no volvería
por dejarlo encantado.

Federico que ha oído
de la flauta su sonido
se ha puesto en romería
sacando el queso y el vino.

Los dos se han emborrachado,
al carnero han sacado
de juerga y correría,
y en sus lomos se han montado.

Con el ruido que han formado
ha salido el ganadero,
pensando que ayudaría
se une al divertimento.

Por si fuera poco evento
el vecino muy contento
saca el jarro de sangría
y la carne que ha embuchado.

¡Harta me tiene el gazapo!
Ya no es uno si no cuatro
que se han puesto en rebeldía,
¡Saco la escoba y lo estampo!

Uno por uno lo atrapo
mientras el vino hace efecto,
aunque gaste más de un día.
¡A los cuatro a tomar viento!
















domingo, 13 de diciembre de 2015

Meditando

Medito en lo que he hecho en la vida,
yo misma me doy un rapapolvo,
luego recuerdo que somos barro y polvo
me doy la vuelta y me quedo dormida.


viernes, 11 de diciembre de 2015

EL CUERVO MORADO ATORNASOLADO

Una banda de estorninos
se han subido al tejado
de la casa de Juanito
que está ya todo rajado.
Han visto al cuervo morado
desgranando una mazorca,
y anda todo alborotado
por robársela al vecino
cuando no se ha percatado.
Con tal ímpetu han llegado
que el tejado ha cedido
se han caído cuatro tejas
entre el pozo y el establo,
donde el burro está atado
con la soga, tranquilito,
dormitando cabizbajo,
un buen susto le han dado.
Ha empezado a dar coces
y el cubo se le ha enganchado
en las patas y en el rabo,
al estruendo de la lata
las gallinas cacareando,
las cabras saltando a brincos,
hasta el gato ha maullado.
Al escándalo Juanito
despertando de la siesta
escopeta en la mano
sale tras del que le ande
robando todo el ganado.
El perro que ha observado
el jaleo que han montado,
por culpa de un solo grano
que al cuervo se le ha escapado
sigue echado a la sombra
del árbol del avellano,
sin hacerle ningún caso,
sin fijarse que su amo
que encañona hacia el prado
pensando que los ladrones
se cobijan tras el huerto
porque ha visto de moverse
una rama de ese árbol.
Era el gato que con susto
escapando de las tejas
y al ruido de la lata
de un brinco se ha montado.
¡Pum! Juanito ha disparado
sale el perro asustado
con el rabo entre las patas
con los ojos dilatados,
como alma lleva el diablo.
Y el que menos culpa tiene
es el que lo ha pagado.
Con el ruido de escopeta
el vecino alertado
coge un palo y va a la huerta
de Juanito, y ve en el suelo
la mazorca ya sin granos,
y a palos la ha emprendido
con Juanito, por sisarlo.
Así termina la historia
del cuervo robando grano,
que aprovecha que ahora nadie
anda vigilando el campo,
se ha subido al sombrero
del gran espantapájaros
que el vecino ha plantado
en el medio del sembrado,
le ha cagado la chaqueta
y vuelto a robar el grano.

.

lunes, 30 de noviembre de 2015

Pétalos de margarita

Deshojo de sus pétalos la margarita
por cada amor que me encuentro,
el tallo en la mano se me marchita
y el amor se me muere muy dentro.

Loco amor que me aprisiona,
que me ahoga hasta el aliento,
corazón que me palpitas, bien te siento
saliendo de mi pecho y persona.

Mala fortuna tengo en amores
por querer a quien me hiere,
por casorio pagué en dolores
queriendo a quien mal me quiere.

Si del amor fruto no siego...
sembraré de retoños esta vida,
pariré con dolores en un pliego
cada verso, cada estrofa de mi vida.

lunes, 23 de noviembre de 2015

COSAS QUE PASAN...

Tengo que decirles que algunas personas parecen imanes para los “raritos”, por no insultar.
Se vino de vacaciones a España, mi amiga, (llamémosla “mi amiga”, por aquello de la vergüenza ajena) a la costa del sol, concretamente a San Pedro de Alcántara (Marbella), que es donde yo vivo, no es que sea rica mi amiga, no, es que es aquí donde nació, cosas que nos pasan a los que emigramos, que en cuanto hay crisis en la zona, nos mandan a trabajar aunque sea al polo norte, y claro si vienes de vacaciones aunque sea invierno pues te vas a tomar el sol a la playa, y ya supondrán que los que han emigrado a otros países, y fríos encima, están fritos por rebozarse en cremas y tirarse en la arena y que el sol les dé por todas partes.
A lo que íbamos, se vino desde el extranjero a pasar unos días, y a ver a la familia, y a tomar el sol un poco, o sea a relajarse, habíamos quedado para comer juntas mi amiga y yo en un chiringuito y hablar de las cosas de la vida… de la familia… etc… Mientras yo trabajaba ella se decidió a bajar a la playa un rato antes, a eso de las 11 de la mañana, a ponerse con un poco de color, aunque sea rojo cangrejo cocido.
Hasta ahí bien, pues atraviesa el pueblo con los atavíos típicos de playa, vestidito playero, bikini, sandalias, toalla enrollada dentro de una bolsita playera, gafas de sol, total una guiri blancuzca y rubia.
No hace más que bajar camino a la playa… un hombre, (si se puede llamar hombre, por las pintas ni se sabe qué cosa era, en fin allá cada uno con sus pintas), el caso es que la va siguiendo… a la altura del parque de los niños la adelanta… se le queda mirando… le dice lo típico: “Jelou, jaguar yu” ahí es donde empieza el mosqueo de mi amiga que sospecha que la cosa no augura nada bueno, lo que le dijo fue “hola, como estás” pero en plan espanglis andaluzado, intentando aparentar que puede hablar inglés con ella, el “hombre” se para unos metros más adelante frente a ella… (Imagínese la escena, mallita corta apretada y blanca y camiseta pegada verde lechuga, me refiero al atuendo del menda) total que se sube la camiseta con una mano… se baja las mallitas con la otra a la altura de los muslos y deja sus atributos al aire. ¡Toma ya! (Ahí es nada, tan campante, como el que se para a pedir la hora)
No vayan a pensar que mi amiga se inmutó, que de tontos ya unos pocos se le han acercado, saca de su bolsa playera el móvil con toda tranquilidad… me hace una llamada… y me pregunta que qué hacer con tal individuo.
-Hija pues yo no estoy para correr, llama a la policía que llegaran más pronto, -yo por si el menda la ataca o algo parecido-. Les recuerdo que la amiga ya pasa los 30 años, es de día, o sea que se podrá defender gritando, digo yo.
Hace otra llamada… y cuelga, el tipo que no se ha tapado los atributos espera a ver qué reacción hace la mujer, y esta con toda tranquilidad le dice: Ya puedes vestirte y salir corriendo que acabo de llamar a la policía, y la oficina de los municipales está a la vista (apuntando calle arriba).
El “hombrecillo” le pide disculpas y le dice: Perdona, pensaba que eras extranjera, no quería asustarte, es que yo hago esto de vez en cuando, pero que ya me voy.
Y va retirándose lentamente, como el que le da tiempo a volver por si es una trola, la verdad es que los policías no aparecen por ningún lado, el hombre hace otro intento por acercarse, y toma de nuevo el móvil mi amiga y llama: ¡Oigan, que tengo al individuo siguiéndome con sus mandangas colgando! ¿Van a venir o no?
Respuesta del poli:
-Pero vamos a ver… ¿usted a dónde está?
-¡En el camino de la playa! ¡Ya he pasado el parque de los niños! ¡Esto es intolerable, en Inglaterra esto es un tema serio! ¿Van a venir o no?
- Vale… ya vamos.
Siguen caminando como si nada mi amiga, el tipo la sigue y ella vuelve a repetirle que ya están de camino y cerca.
Ahí es donde el tipo se inquieta y monta en su coche 4x4, se deja el portamaletas abierto y sale como alma que lleva el diablo.
Dirán que todo termina ahí, pues no, que aparecieron dos policías en moto, mi amiga que los ve llegar los llama haciendo señas, se bajan de la moto diciendo: “Gusmonin” (buenos días en ispanglis andaluzado también).
A lo que ella contesta, haciendo mueca negativa con la cabeza: Me pueden hablar en español, soy del pueblo.
- Vamos a ver señorita…. ¿Es usted la que ha llamado?
- Pues sí señor, ya era hora.
- ¿Dónde está el hombre que dice?
- ¡Ya se ha marchado, evidentemente!
- ¿Le ha hecho algo el hombre?
- ¡A mí no!
- Pues asunto resuelto.
Ahí es donde le hierve la sangre al ver tal pasividad.
- ¡Pero como que ya está! ¡Que estamos hablando de un exhibicionista! ¡Y encima en un parque público para niños! ¿No van a hacer nada? ¡Esto en Inglaterra tiene cárcel!
- Vale señorita, tranquilícese que no ha pasado nada, a ver dónde anda el hombre, como va vestido
-¡Ya se marchó, va vestido con una camiseta verde lechuga ajustada y unas mallas cortas blancas pegadas!
- A ver camiseta blanca… pantalón verde…
-¿Usted me está escuchando señor? ¡Una camiseta verde…verde… y unas mallas blancas ajustadas!
- Pero ya se fue, ¿no? De todas formas tomo nota, apropósito, ¿va usted a tomar el sol señorita? ¿por dónde se va a poner? ¿por aquí o por allí? (apuntando para la playa)
Eso ya la remató, miró al poli de arriba abajo y se dio la media vuelta sin abrir la boca, por respeto al uniforme.
Total se baja a la arena mi amiga, extiende la toalla para tumbarse, se pone los auriculares para relajarse y olvidar el incidente, y se dispone a descansar.
Hay poca gente en la playa, es día de diario, y si le sumamos que aún no es temporada de baño pues eso, que poca gente, algún jubilado que otro paseando.
Lo dicho, a lo lejos aparece un jubilado, a paso lento, con dificultad para andar sobre la arena, se encamina recto por la orilla y se va en dirección a mi amiga. (Esta que aún le dura el mosqueo lo mira de reojo por las gafas de sol y sin levantar cabeza).
El jubilado tambaleando ya se acerca…Parece que va a pedir algo… Se pone a la altura de ella y no tiene otra cosa que hacer que despelotarse el viejo.

- ¡La madre que los parió! ¡Serán guarros! ¡Aquí no puede una ni estar tranquila! ¡Váyase a la mierda!

No le quedó más remedio que recoger los bártulos y subirse para casa a toda prisa, porque a la policía no volvía a llamar, no.
Si es que hay días que una ni puede salir de casa, parece que los primeros rayitos de sol les afecta a algunos como el agua a los caracoles, que en cuanto caen tres gotas se llenan los parques y salen todos a remojarse con los cuernos al aire (hablo de los caracoles).
En fin, cosas que nos pasan a las mujeres.

martes, 17 de noviembre de 2015

El accidente de Mari Pili

El accidente de Mari Pili

Aunque parezca mentira a veces la realidad supera la ficción, este es el caso verídico, de verdad, del accidente de Mari Pili. (No hay sangre, por si lo han pensado).
Mari Pili es una española afincada en Inglaterra, después de muchos años allí se decidió a sacarse el carnet de conducir, una locura, sí, porque en Reading las carreteras no son autovías, más bien entran todas en poblaciones y eso es un matadero a las horas punta y a cualquier hora, mariquita el último.
Ella que no es muy ducha en esto de conducir pues la verdad se atacó de los nervios, pero se lo pudo sacar bien sin dificultad, oigan no cogió el libro de estudio sino hasta la noche anterior.
Yo decía para mí, esta no aprueba, pero me confundí, aprobó el teórico a la primera.
El práctico ya le costó, le tocó una señora mayor de maestra y era algo gritona, no le fue bien, los nervios se le dispararon al doble, menos mal que la cambiaron a un señor “de talla grande” no es por insultar, es que yo también soy de talla grande y eso de “gordito” me parece un poco ridículo.
Pues a lo que íbamos, menos mal que los de talla grande somos muy tranquilos, eso la animó a conducir mejor, recordemos que en Inglaterra conducen por la izquierda, y luego dicen que los españoles conducimos al revés. ¿…? En fin dejemos el tema……
Pues después de dos intentos aprobó sin problema, lo malo es que no compró coche hasta mucho tiempo después, estarán pensando que se olvidó de conducir, no, pero los nervios se incrementaron, y claro cuando se compró su primer coche, 1200 libras, de no sé cuántas manos, estaba feliz con su bólido “nuevo”, no hizo más que usarlo una semana y un buen día se levanta como siempre para ir al trabajo y se lo encuentra “enfermo” “de moco caído”, vamos, una pena, los laterales rayados…. No una raya, en forma de montañitas, los espejos retrovisores en el suelo… las puertas hundidas, no un lado, todos.
¿Quién habría podido ser el que usó tan mala saña?
Evidentemente si estas en proceso de divorcio suma dos y dos. Claro no queremos acusar a nadie… pero suma, suma….
En fin que llama al trabajo para excusarse que no va a poder ir, que ha de ir a poner denuncia.
Se pone en camino con su “bólido” espachurrado, con el consiguiente cante, vamos que da el cante por donde pasa de lo destrozado que lo lleva, colorada tendría que ir, aparte de lo indignada. - Quiero hacer un inciso, Mari Pili equivocó su profesión, tenía que haber sido abogada o jurista, porque cuando se le mete en la cabeza algo y además tiene razón… escóndete Franco que te la lía bien liada-.
En fin que hizo la denuncia, rellenando y firmando todos los papeles, y más porque no había que si no los firma del tirón.
Llama al trabajo y dice que se pone en camino que ya ha terminado, ahí es cuando viene lo peor, no hace más que ponerse en carretera… una vía para cada sentido… un camión que va delante… se confunde de salida… se pone el tío a frenar… da marcha atrás a toda leche en plena carretera… y que como si fuera sordo, ¡ ZASSSSSSSSSSSS! Se la lleva por delante, mejor dicho la envistió a ella por delante, el camión por detrás. Y va y se mete en la vía secundaria hasta un polígono, supondrán que Mari Pili se quedó inmóvil, pues no, se fue detrás de él con el coche arrastrando de todo y dando saltitos.
-¡Pedazo de animal! ¿No me has oído? ¿No has oído que me has embestido? ¿No has oído que hemos pitado toda la fila de coches que íbamos detrás?
En esto que se baja del camión un adolescente de no más de 20 años, (se deduce por el acné juvenil) y con cara de despistado dice que no ha oído nada.
Para qué dijo eso, la bronca se la dio bien dada añadiendo que si no fuese de pastillero con la música a tope se daría cuenta de que la había arrastrado muchos metros atrás.
Menos mal que las compañías de transportes tienen buenos seguros, menos mal, y se hicieron cargo desde ese mismo momento, le pusieron un coche de sustitución de inmediato, y le pagaron su coche porque no se podía arreglar, 1400 libras. (¿Recuerdan que le costó 1200 libras? Pues eso, le dieron más de lo que le costó.)
Eso sí, ahora tocaba revisar los daños personales, que después de la tensión viene la calma, los dolores de espalda y el chichón en la rodilla porque se había incrustado la llave de arrancar y el pomo, sangrando por la rodilla y el cuello rígido llama al trabajo para decir que finalmente no podrá ir por los nuevos acontecimientos, el “empanado” que coge el teléfono le dice que si irá después, ¿…?
- No te acabo de decir que nooooo, que casi me matan. Dice Mari Pili.
- Bueno pues entonces vendrás más tarde y nos tomamos un café a ver si nos cuentas que ha pasado.
- Al hospital es a donde voy so idiota. (la cosa se pone fea)
Ya en el hospital la revisan y los de los “saca-cuartos de los seguros” la abordan para sacarle el máximo posible, total que le ponen rehabilitación por seguro y por privado, le sacan lo del pago del coche y por daños un tanto considerable. No está mal. Y si se deja Mari Pili le siguen poniendo más tonterías, el caso es sacar más cosas a los seguros, ¡cómo son estos saca-cuartos!
En fin que después de llorar un día y andar coja dos la llaman del seguro para que recoja un coche de sustitución.
-María, (así es como la llaman en Inglaterra, porque no saben que lo de Pilar es nombre y no saben pronunciar bien el -Pili-, cosas de ingleses,) la llamamos para quedar en darle el coche de sustitución.
- Vale, estoy en el centro, tráiganmelo a la puerta del Argos, (centro comercial).
- De acuerdo, la persona que se lo lleva se llama Oliver.
- De acuerdo, aquí lo espero.
Cuando se tuercen las cosas se tuercen, en la puerta de Argos se queda esperando el coche y al conductor, Oliver; pasa un coche por la puerta… se le queda mirando a Mari Pili… ella se le queda mirando… el hombre ataviado con chaleco reflectante, y de color, no el chaleco, el de color es el hombre, da igual el detalle, como si quiere ser verde el hombre, el caso es que la saluda con la mano… ella saluda también, hasta ahí normal, se para el coche… baja la ventanilla… se acerca Mari Pili…
- Hola, ¿eres Oliver?
- Si, sube.
Se sube al coche, cierra la puerta, se pone el cinturón y el hombre, con una sonrisa de oreja a oreja, le pregunta… ¿A dónde vamos?
-¿Cómo que a donde vamos? (dice Mari Pili, ahí empieza el mosqueo).
No me digas que no eres Oliver,
- No, no lo soy.
(Aquí viene el cabreo natural de la que apuntaba a abogada o jurista y empieza a despotricar palabras fuertes, muy fuertes).
-¡Que harta estoy de inútiles! Le pide que pare, se baja a toda prisa del coche y con un portazo y una palabra fea se despide, y ahí la tienes dando cotejadas de vuelta al centro comercial a esperar al tal Oliver.
En fin que cuando apareció el tal Oliver, el inocente, pudo ver la cara de malas pulgas de Mari Pili, y se limitó a darle las llaves y a marcharse.
Esas son las cosas que pasan a las nuevas generaciones, que salen a trabajar al extranjero, y no se acuerdan que son hijos de humildes y valientes Cazurros, eso sí, ¡que no se metan con uno de los nuestros que la tenemos! ¡Amos anda, a ton de que! ¡Madrita, como está el mundo!
Menos mal que nos queda la familia que es un poco sensata….

martes, 10 de noviembre de 2015

El amor al dinero.




























El dinero es un amante caprichoso, ensimismado,
celoso, lo mismo viene que va,
te alegra la vida si está contigo, da paz,
le sonríes, hasta que se va sin decir adiós,
y no sabes cuándo regresará.

El dinero es un amante desagradecido,
lo cuidas con mimos, con prudencia,
y por mucho que te afanes, que lo arropes,
siempre tiene prisa por marchar.

El dinero es un amante taciturno,
te quita el sueño si llega,
te quita el sueño si se va,
es ave nocturna que sale a cazar.

El dinero es un amante palpitante,
cuando aparece palpitas de alegría
sin saber hasta dónde llegará.
Por más que lo amarras, lo encadenas,
lo escondes, un día vas a verlo y ya no está,
y vuelves a palpitar en desconsuelo.

El dinero, caprichoso amante,
fugaz, irreverente, amargura ardiente,
calamidad, hielo que quema,
hoguera de vanidad.

El dinero es un amante infiel.
Te engaña cuando está contigo,
te apresa, te asfixia, te mata,
le da igual, se ríe, viene y va.

El dinero, cruel asesino,
separa familias, amigos, padres e hijos,
no tiene apego a la vida,
no tiene respeto a mayores ni a niños,
no tiene amor ni vergüenza,
no enseña nada bueno, ni se puede comer.

Correr tras el dinero es un afanarse tras el viento,
Un querer guardar el agua
en un cesto de mimbre,
es un querer apagar el sol.

Renunciaré a encariñarme al dinero,
vil caballero, audaz arrogante,
cuando lo desprecie viviré en paz,
viviré como viven los amantes,
un rato, un día, un uso, y a soñar.

Soñaré con paseos cogidos de la mano,
con tardes de verano en el río,
atardeceres rojizos y sombríos
oliendo a tierra mojada.

Soñaré con amaneceres floridos,
con el sonido de las olas,
con el canto de los pajarillos,
soñaré en tu regazo, amor, contigo a solas.

Soñaré, que soñar es gratis,
y eso se puede dominar.
Soñaré y dejaré volar la imaginación,
que los sueños libres son, y son gratis.

Y si algún día tengo dinero
echaré la moneda a una fuente
para comprarme un sueño diferente,
uno que yo no espere,
que no sepa de qué va,
uno que venga sin que lo haya de llamar.

Cuando aparezca sabré que es mi sueño,
lo tomaré de la mano, le miraré a los ojos,
sonreiré, me sonreirá, y habrá un palpitar,
y juntos fabricaremos arcoíris de colores,
pompas de jabón, jugaremos con las olas,
con la lluvia sedosa, con el viento silbador.

Adiós al dinero, amante infame,
será el último en el hogar, lo usaré
para protección, porque para amante
ya tengo el amor verdadero,
y ese será para siempre y será gratis.

lunes, 26 de octubre de 2015

Carta a ninguna parte.

Si alguna vez estuvieses perdido
en la senda oscura de la vida,
recuerda que mi alma aun encendida
te está mostrando el camino.

Aún te espero, y no te olvido,
la casa que dejaste vacía
entristeció ante la cruel partida,
fuiste deshonesto, funesto, intempestivo.

No te odio, no es mi motivo.
Tampoco ser distante es cosa mía,
ni soy fría, ni te tengo antipatía,
ni hacerte daño es mi objetivo.

Aunque no vuelvas, ni hayas sufrido,
ni me recuerdes, aún eres mi vida,
aunque sea yo la única herida
te escribo para que vuelvas, amor querido.

Sé que surgirá un nuevo amor conmigo,
quizás sea un amor a primera vista,
lo aceptaré de forma altruista,
quizás sea un antiguo conocido.

No me quejo de tu olvido repentino,
me duele esta esperanza mía elegida,
ante tu inclinación tan anodina…
horizonte lejano… paulatino…

Escribo esta carta a ninguna parte, al olvido,
a ningún lugar, al viento, al horizonte, a la vida,
yo cumplí mi parte, y eso a mí me convalida,
escribo a un amor querido, amor vivido.

Si a mi puerta llama el cariño, afecto vivo,
renovando la esperanza perdida,
volverá a nacer en mí, sin medida,
un nuevo amor, siendo bien avenido.

jueves, 1 de octubre de 2015

viernes, 25 de septiembre de 2015

BERENGUELA, LA MANUELA Y EL JILGUERO.



La señora Berenguela
se pasea con sombrero,
a su lado va Manuela
una gata con pañuelo.

Van camino de la escuela
en busca de su jilguero,
Valentín con castañuelas
con fajín y con vaqueros.

Se sientan en la plazuela,
la merienda lo primero,
saca pan y mortadela,
y un zumito de pomelo.

-Buenas tardes Berenguela,
dice Paco Cañamero.
-Buenas tenga usted Manuela,
dice Curro a boleo.

Guadalupe la tahonera:
-Vaya usted con Dios, jilguero.
-Con Dios vaya panadera.
-Dios le guarde caballero.

La campana campanera
repicando, y el jilguero
de roquero y castañuela
marca un paso de torero.

MariJose peluquera,
Tito, Toño y Arturo
en medio de la plazuela
se tiran al bailoteo.

Ya se arranca Berenguela
arrojando su sombrero,
remangando la entretela
que le cuelga del trasero.

Al compás de la Manuela
al fandango y al bolero
a campana y castañuela
se ha montado el cachondeo.

Taconea Josefina,
a las palmas Atilano
y Mari Luz de Esperanza,
y a la caja el Jorreto.

Al jolgorio en la plazuela
se presenta el pregonero,
el alcalde con su abuela,
y Juan Bimbas el Juanero.

-¿Pero qué jolgorio suena?
Ni dormir la siesta puedo.
¡Todo el mundo a la era,
desde el último al primero!

Llega la vieja enfermera,
la matrona y camillero,
un guardia con escopeta,
hasta Abilio el camarero.

-¿Pero qué clase de fiesta
se ha montado todo pueblo?
Interroga la alcaldesa,
que no ha ido al peluquero.

Con el miedo a la escopeta
ha salido el jilguero,
se ha puesto en medio la plaza
a poner paz en el pueblo.

-Con perdón a que me meta,
quiero hablar y le desvelo
que esto era una sorpresa
que montamos en secreto.

Preparamos una fiesta
para el treinta de febrero,
en honor a la alcaldesa,
y al alcalde el primero.

Con orgullo y retreta,
y con miedo en el cuerpo,
se burló de la alcaldía,
evitando el arresto.

Y se fueron a su casa
contentos pero corriendo,
el jilguero y la Manuela
Berenguela y el pueblo.

Ahora tiene que pensarla,
una fiesta “pa” febrero,
o se carga una multa
por juerguista y por gamberro.

Por si no se dieron cuenta
el treinta cae bisiesto
cuatro años que le falta
en librarse del encierro.

¿Entre tanto quien se acuerda
de ese dicho del jilguero?
¿No será que la alcaldesa
y el alcalde ya se fueron?

Votarán otra remesa
que organice a este pueblo,
nuevo alcalde y alcaldesa,
y esto queda “pal” recuerdo.

Si quieren montar la danza,
se tienen que ir al huerto
de tía Fore o Tere Tapia,
o si no al de Loreto.

Que no deben en la plaza,
reunido el concejo,
meter ruido, meter danza,
ha dicho el ayuntamiento.

-Ante esto Berenguela,
(dice al señor jilguero)
y repite a Manuela:
Apañaos van los Fuenteños.

Que los corpus ya se encajan,
ni moritos hemos hecho,
perronillas son escasas
y el maimón se queda seco.

De aguardiente toman copa,
toman dos de anís del seco,
del que guarda toda casa
para celebrar festejo.

Y en eso canta Manuela
recortando el limonero:
"Que los corpus ya se encajan
y andan locos los Fuenteños".

A ver si este año dejan
que los toros sean fieros,
que la Fuente ya se queja
que le sueltan los corderos.

Entre baile y zarandaja
así anda todo el pueblo
mientras le montan la plaza.
¡Apañaos van los Fuenteños!