viernes, 12 de abril de 2013

Crónicas de una Cazura II

Soy fuenteña de pura cepa II

Bueno, que soy de Fuentes ya lo saben, y no es bueno repetir, que con los tiempos que corren es mejor cambiar de tema, a ver si se mejora, y como todo sube, la luz, el agua, hasta la bombona, yo aprovecho la crisis y subo también unos años en los relatos.
Corrían los años sesenta y pico por la Fuente de San Esteban y la crisis en las fábricas de piensos compuestos empezaban a hacer mella, la de la estación andaba dando las últimas boqueadas, faltaba poco para que un incendio acabara con los camiones y la fábrica se cerrara. Taiyo que aún se mantenía en pie no daban cobijo para tanto.
Había que ver a esos humildes obreros con muchas ganas de trabajar y cabizbajos, y sus pantalones azules llenos de remiendos. ¡Qué buenos remiendos! Que para eso las mujeres de antaño se daban buena maña, no sé cómo no se les ocurrió poner fábricas de remiendos y de labores, se hubieran forrado con tan magnífico trabajo, que se ve hoy cada pantalón vaquero... que necesitaría una madre de las de antaño.
Lástima que no patentaran lo de los remiendos, a los que nos fuimos del pueblo por la crisis de estas fábricas otro gallo nos hubiera cantado, ya lo creo.
Bueno a lo que íbamos, yo para ese entonces era una niña, y muy buena, o eso al menos decían mis tías Pili y María Sánchez Bolaños, (e.p.d.), aunque si le preguntamos a mi tía Fore (la mujer de mi tío Manolo, e.p.d. apodado Curro) ella también dice lo mismo, aunque a veces dice que yo era... mala no, un poco traviesa.
Seguro que tiene razón aunque yo no lo recuerdo, como era pequeña...
A ella le toco sufrir mis peripecias, vivíamos puerta con puerta y en el mismo corral, mi casa y su casa era una sola en el principio y daba a dos calles, la calle Canal y la calle Colon, pues eso, juntas.
Tengo que alegar en mi defensa que no todo lo que pasaba era culpa mía, que su hijo Tito, mi primo, también se las traía.
¿Que por qué digo eso? Pues lo digo porque fui testigo y tengo pruebas de alguna pitera que otra.
¡Oye! No había manera de que compartiera los juguetes, no es que yo rompiera los míos más pronto, no, aunque mi madre para aquel entonces me decía destrozona, es que los de mi primo eran más resistentes y le duraban más tiempo. No sé si era por el material con que estaban hechos, que por ser de chicos creo que los fabricaban más resistentes, ya saben que los varones son más brutos, sería por eso.
Cada vez que intentaba tocarle algún juguete me amenazaba y muy en serio:
"Se lo voy a decir a Juan Bimbas", o Juanero, como lo conocíamos todos, para los que no lo conocieron diré que Juanero era un ser especial y alegre, que gustaba de llenarse los bolsillos de proyectiles y enseñárselo a los jovencitos que lo llamaban "Juaneeero", "Juaneero", después salían corriendo que se las pelaban para no ser alcanzados por los proyectiles de Juanero.
¡Oye, cómo corría Juanero! Mira que les daba ventaja a los muchachos pero a más de uno alcanzaría, bueno a lo que iba, con esas palabras conseguía mi primo que dejara sus juguetes en paz.
Tenía un triciclo la mar de chulo, triciclo que cuidaba muy bien y lo aparcaba en su garaje particular, bueno, tenado, entonces se decía tenado, no sé cómo se enteraba, yo “pa” mi que tenía cámaras puestas estratégicamente y bien camufladas, que siempre sabía cuándo yo lo cogía y me ponía a pedalear por el corral, dale que dale. Era más feliz montando en el triciclo... no sé si porque yo no tenía uno o por saber que había burlado la vigilancia de mi primo Tito.
Ya ves tú, el corral que era de tierra y el triciclo de ruedas de hierro con asiento de madera, pues eso, que aquello para moverlo había que tener la fuerza de Urtain por lo menos.
Mi primo es muy bueno pero cuando se calentaba... Que todavía me acuerdo del porqué de mi pitera.
Verás, teníamos una abuela en común, Aurora, la pobre estaba en una silla de ruedas, oye, qué chulada de silla, creo que mi padre, Lorenzo, hizo el diseño, y si no recuerdo mal creo que fue Heli el herrero quien la soldó, eso sí mi padre que para ese entonces ya mostraba dotes de manitas arreglalotodo se la tuneó pintándola de verde... un verde... un verde raro, yo “pa” mi que era para que le hiciera juego con la parra que había en la puerta del corral y en la que mi abuela solía dormitar, la pobre a sus no llegaría a sesenta años ya andaba medio senil, - ahora que caigo, a mí me faltan uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis años y ni una mala parra tengo para mí senilidad- qué mal.
Me tendré que conformar con un geranio que tengo en el balcón, en fin que mi abuela dormitaba bajo la parra dando la espalda a la casa de mi primo y sintió que alguien le tiraba de los pelos, bueno alguien pudiera pensar que la moñearon, a juzgar por los gritos y el llanto de la pobre, y claro dormitando no vio quién se le acercaba, cuando se percató el-la culpable de que se había pasado con los tirones el-la culpable ya había desaparecido. A los gritos y el llanto de la pobre de mi abuela acudió raudo alguno de mis tíos preguntando quién le había hecho tal fechoría, mi abuela que apenas articulaba bien las palabras con eso de la vejez pues que no iba a decir “En-ri-que”, ni “To-ñi-to”, ni “Ma-ri-Pi-li”, la mujer sin saber quién se lo hizo dijo: “Ti-to”. Claro es más fácil decir Tito, todo hay que comprenderlo.
A mi tío Manolo le faltó tiempo para darle una palotea a mi primo Tito, poooobre, el llanto no le dejaba ni respirar, hipando y con el corazón encogido, rojo, rojo como una granada hizo un esfuerzo para decir: "que, que, que yo no, no, he si, sido, que, que ha si sido Ma, Mari Pi, Pili"
No se cómo me entere de todo el barullo formado, porque yo ya estaba escondida debajo de la cama cuando mi tía Fore fue en busca mía, menos mal que mi madre, Pepa, que era muy previsora ya había cambiado las camas antiguas de antaño, aquellas de hierro tan altas que para subirse en una había que poner una escalera o en su defecto una silla, por otras de aluminio más bajitas, como mi tía no pudo agacharse tanto para agarrarme... pues eso, que aquello se le pasó pronto, menos mal.
No se crean que aquello se terminó, no, un día mi tía le dice a mi madre: Pepa, si viene el lechero cógeme dos litros de leche y me los cueces para que no se estropee, que yo estaré haciendo moritos en la panadería de Guadalupe, y no llego hasta la tarde.
Cogió mi madre la leche y la coció, ya lo creo. Pero ¿a quién se le ocurre dejar la cazuela al alcance de los niños? Me faltaron dedos para quitarle la nata.
¡Cómo entraba la nata, tú!
Y con el olorcito del limón de los moritos que se hacían en la panadería del señor Antonio y de Guadalupe, que la teníamos a un paso. ¡No veas!
Pues eso, que entre unas cosas y otras mi primo me la tenía guardada. Una de las veces que salía por la puerta del corral le oí decir a mi primo Tito a voces: ¡Madre que voy a la calle, que voy a jugar con mi amigo Arturo! Me dije para mis adentros, "esta es la mía, que con Arturo ya se sabe, hasta que no oscurezca no vuelven".
Pues eso, que andaba yo en nuestro corral triciclo para arriba y triciclo para abajo tan tranquila, disfrutando del triatlón que hacía, una vez bajaba la cuesta pedaleando, luego la subía con el triciclo al cuadril y cuando me cansaba la llevaba empujando; Tan distraída andaba que no vi que la puerta se abría, y llego mi primo Tito, por la puerta del corral, mira que había puertas para entrar, pues nada, por la del corral, y claro me pilló infraganti, me faltó tiempo para abandonar el juego y salir corriendo corral abajo hasta la puerta de mi casa, no sé cuántos metros habría de distancia, pero por el rabillo del ojo iba mirando de cuando en cuando por si me seguía y poder pedir auxilio antes de que me cayera una somanta de palos, pues no, vi a mi primo haciendo como karate kid, una postura de los más raro, me quede mirándolo como subía el brazo derecho y lo doblaba a la altura de la oreja y como elevaba la pierna contraria flexionándola a la vez por la rodilla, me quedé que como el de Matrix, lo veía a cámara lenta, venía hacia mí un proyectil tan aprisa y con tanta precisión que hizo impacto en mi frente y ¡Cataplún! al suelo, una pitera en toda la frente, qué puntería.
Si llegamos a estar en tiempos de los judíos y los filisteos sería la historia de David y Goliat.
Lo normal, al impacto tan fuerte le siguió el llanto, yo pensaba en la palotea que le iban a dar, si con mi abuela funcionó conmigo también, pensaba yo, que a pesar de estar dolida y sangrando no estaba yo en el tema, más bien estaba en los palos que le iban a dar a mi primo Tito.
¿Creen que se formó un barullo? Que entre cuñadas que viven puerta con puerta ya se sabe, por aquello de que tu niño... Mi niña... La culpa... Pues anda que tu... Pues mira que...
¡Nada, no pasó nada!
Me equivoqué, mi madre me dijo: "Algo le habrás hecho, no te está mal empleado, así dejas de andar enredando"
Mi tía Fore dijo: "Ya te lo dije, que no le tocases el triciclo al Tito"
Tito era Tito, yo creo que si le han dado hoy día el trabajo en el pueblo vecino de poner en hora el reloj es por la precisión que tiene en las manos.
Pero claro, yo lo que quería era jugar, que mi hermana Rori hacía poco que había nacido y estaba aún con las vendas de las momias puestas, mira que le ponían trapos y picos y mantas y líos a los pobres bebés, con tanto trapo y atadura no les quedaba más remedio que dormir o llorar, que por cierto, para arrancar a llorar mi hermana era muy mala, se agarrotaba conteniendo la respiración... morada se ponía, y ahí tienes a mi padre con el cubo de agua preparado por si había que tirárselo por encima. El pooobre, que sustos le daba, que eso es lo que el médico le dijo: Lorenzo, cuando veas a la niña ponerse azulada viértele agua por encima, que se le quita.
Pero eso es otra historia muy larga y hoy no hay tiempo de contarla.



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