lunes, 8 de abril de 2013

La cigüeña

Ave de grácil figura,
de andares de señorita,
llena de gracia infinita,
y alas de gran envergadura.

Con bravura surca el mar,
con ternura acaricia el suelo,
con gracia adorna el cielo,
virtuoso y eterno es su amar.

Quien te puso el nombre
Fiel y Leal bien te conocía,
reina del cielo, y cual profecía
das tiempos y sazones al hombre.

En torres altas anida,
en altos campanarios,
individuos gregarios,
dualidad bien avenida.

Retornan a su nido olvidado,
crotorando y clamando al cielo,
cuello alzado, amor eterno,
de sonoro cortejo anunciado.

Esposa fiel, dócil señora,
menesterosa de limpio plumaje,
que vuela sin mapa ni equipaje,
al par de su dueño que adora.

Viajera asidua e incansable
de eterno otoño y primavera,
y cual velero de Espronceda
navega y surca el aire indomable.

Con bravura surca el mar,
con ternura acaricia el suelo,
con gracia adorna el cielo,
virtuoso y eterno es su amar.

Es tu marcha más dolida y helada
que los fríos que acaecen en invierno.
Es más penosa y afligida que un infierno
el ver vacía y lúgubre tu morada.

Aún nos queda la esperanza
de volver a verte compañera
escarbando otro año sobre la era
mitigando así nuestra añoranza.



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