domingo, 12 de agosto de 2012

¡Se me parte el alma olvidarte Salamanca mía!

Ya no recuerdo esas nevadas,
se me olvidaron esos fríos,
de escarchas que cubren los ríos,
de techos con estalactitas congeladas.

Ya no recuerdo mi campo charro,
ni su olor a leña quemada,
ni su olor a matanza colgada,
ni el acento salmantino tan bizarro.

¡Y se me parte el alma
no recordarte, Salamanca mía!

Ya no recuerdo sus perrunillas,
ni sus farinatos con huevos fritos,
ni su hornazo, ni sus ratitos
alrededor de la candela en sillas.

¡Y se me parte el alma
olvidarte, Salamanca mía!





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